Contable

Rosario La Ferlita

Piazza Dante, 42

Palermo

Vigàta, 20 de septiembre de 1891

Queridísimo hermano Sasà:

¿Puede saberse en qué líos quieres meterme? ¿Quieres mi completa ruina? Tú sabes los sacrificios que hago para mantener a nuestros padres y pagar las mensualidades de tus deudas, ¿y así me lo agradeces? ¿Será posible que continúes siendo siempre un cabeza hueca y un granuja?

Recibida tu carta, me dirigí al comendador Parrinello, jefe de gabinete de S.E. el prefecto, para agilizar el trámite de tu digno amigo Filippo Genuardi. Muy amablemente el comendador Parrinello me tranquilizó. Ahora bien, a la mañana siguiente me llamó a su despacho, me hizo cerrar la puerta con llave y me comunicó que el expediente de Genuardi estaba en las propias manos de Su Excelencia porque el asunto no carecía de importancia. El comendador quiso también especificarme que S.E. estaba alejado de la gracia de Dios y me aconsejó que me mantuviera apartado de toda la cuestión, que podía tener peligrosas consecuencias.

Retírate tú también de la partida, que sólo puede ser deshonesta. No me vuelvas a hablar de Filippo Genuardi.

Dentro de cuatro o cinco días te enviaré un giro de trescientas liras. Te abraza tu hermano

Giacomino

Querido Pippo:

Ésta es la carta que me ha enviado Giacomino. Todo lo que has obtenido es que mi hermano me eche un rapapolvo. Tú, hagas lo que hagas, haces daño. ¿No te basta con el velocípedo de motor? ¿No te basta con el fonógrafo Edison? ¿Ahora pierdes el tiempo con el teléfono?

Hace tres días me he mudado, ya no estoy en Piazza Dante, pero no te daré la nueva dirección para evitar que tú puedas encontrarte en una situación embarazosa con el comendador Longhitano.

Adiós, cornudo.

Sasà