Tavi miró a Kitai, a Max y a Gaius.
El cane avanzó con la agilidad hermosa y letal de un depredador. Era mucho más grande que él, más fuerte y más rápido. Tenía pocas posibilidades de sobrevivir a un combate con el cane, y lo sabía.
Pero si no lo detenía, el cane mataría a las personas indefensas que tenía a sus espaldas. La imaginación de Tavi le proporcionó una imagen muy vívida de la carnicería. El cuello de Max abierto de lado a lado y su cadáver con la piel grisácea por la pérdida de sangre. Las entrañas de Gaius asomando de su cuerpo desgarrado y la cabeza de Kitai a varios pasos de distancia de su cuerpo, cortada por la hoja curvada del cane.
El miedo de Tavi se desvaneció.
Lo único que quedó fue la neblina rojiza de la rabia.
Soltó la mano de Kitai y sus dedos se cerraron con fuerza alrededor de la empuñadura de la espada del Primer Señor mientras se ponía en pie y se daba cuenta de que su boca se extendía en una sonrisita de combate. Levantó la espada en una guardia alta con las dos manos en la empuñadura. Un guerrero canim sano le habría arrancado las extremidades una a una, pero aquel estaba herido. Y aunque no albergaba la menor esperanza de sobreponerse al cane, su espada estaba afilada, sus extremidades eran más rápidas y su mente más veloz. Podía prever los movimientos de la criatura, y podía hacer valer no solo la fuerza en el combate sino también la astucia. Desplazó la mirada por la cámara, y sonrió con mayor ferocidad.
Entonces le dio voz a su rabia y aulló a pleno pulmón mientras atacaba.
El cane apretó los dientes y movió la espada curvada contra el ataque de Tavi. Su altura le otorgaba una ventaja letal porque tenía mucho más alcance. Tavi detuvo el tajo con la espada, que agarraba con las dos manos con toda la fuerza que podía. La hoja escarlata del cane repicó contra el acero alerano. Tavi sintió hasta los huesos el impacto, que se transmitió a los hombros, pero detuvo en seco la hoja fría y pesada del cane, la desplazó hacia un lado y movió la espada para descargar un tajo horizontal. El impacto soltó chispas de la cota del cane, cortando una docena de mallas que salieron volando de la armadura y repicaron débilmente al golpear el suelo de piedra.
Tavi no se atrevió a efectuar más intercambios de pura fuerza, porque ya le cosquilleaban los dedos, y si el cane le asestaba un par de golpes más como esos ya no sería capaz de sostener la espada, pero el primer ataque había sido necesario.
Tavi había demostrado que era una amenaza, y el cane se había vuelto para enfrentarse con él.
El contraataque del cane fue rápido, pero Tavi siguió con su movimiento hacia un lado del guerrero lobo, y lo rodeó hacia el costado de la pierna herida para obligarlo a desplazar el peso sobre la pierna mala. Eso frenó al cane, y Tavi pasó por debajo del tajo horizontal de su espada y atacó de nuevo. Descargó una fuerte estocada contra el pie de la pierna sana del cane. Tavi se irguió del golpe con un tajo hacia arriba a dos manos que podría abierto a su enemigo en canal, pero el cane bloqueó el ataque de Tavi, movió la espada hacia un lado y se lanzó sobre él en un salto primitivo con los dientes por delante.
El cane era muy rápido para su altura, pero al tener las dos piernas heridas su equilibrio era precario, y Tavi consiguió apartar la cara de las mandíbulas del cane antes de que pudiera cerrarlas. Sintió una punzada de calor sobre un ojo, y se dejó caer en una voltereta hacia atrás, en dirección al cuerpo de Killian, haciéndose un ovillo hasta que se pudo poner de pie. Tavi levantó la espada en guardia casi antes de que terminase de rodar, y consiguió desviar la espada del cane que se dirigía contra su cabeza.
El cane intentó atrapar de nuevo su cara, pero Tavi se agachó bajo las mandíbulas llenas de espuma del cane y se puso en pie en el lado opuesto de la criatura: su lado ciego. El cane lanzó un tajo hacia él, pero el golpe se perdió, y se dio rápidamente la vuelta para atacarlo de nuevo con los dientes. Tavi cambió el agarre de la espada del Primer Señor y con otro grito de batalla lanzó hacia delante la empuñadura. El metal pesado impactó contra la mandíbula abierta del cane y fragmentos de dientes rotos salieron volando a causa del golpe.
El cane tomado movió la cabeza adelante y atrás con un gemido agudo de dolor, porque evidentemente dolía más de lo que podía suprimir el vord. Tavi aprovechó la oportunidad para descargar un tajo corto y duro contra el morro del cane. El golpe no fue demasiado fuerte, pero penetró en la nariz blanda del cane y provocó otro aullido de dolor de la criatura. Se tambaleó hacia atrás, que era la intención de Tavi, y resbaló en la sangre al lado del cadáver de Killian. Sus pies se separaron del suelo, y se retorció traicionero mientras gruñía con una rabia enloquecida y levantaba de nuevo la espada curva.
En el tiempo que tardó en hacer todo eso, Tavi se desplazó de nuevo hacia su lado ciego, sobre las teselas del mapa mosaico de Alera y descargó un golpe contra el cuello del cane, partiendo su collar de guerra de cuero con la hoja del Primer Señor. La carne que había debajo se abrió como una fuente de fluidos. El cane tomado lanzó su espada en un tajo amplio pero lento a causa de las heridas y su falta de equilibrio. A Tavi no le resultó difícil pasar por debajo de este, y entonces aulló su desafío mientras hundía la punta de la espada en el pecho del cane.
Los anillos de la malla se rompieron y cayeron sobre las teselas cuando la espada del Primer Señor se hundió hasta lo más profundo. El cane intentó alcanzarlo con la espada, pero Tavi se acercó a él, colocándose dentro del arco efectivo de la hoja. Sintió una oleada de dolor en la pantorrilla de una pierna, y oyó cómo gritaba y aullaba mientras se apretaba con fuerza contra el cane, hundiendo aún más la espada y empujando hacia atrás a la criatura, que era mucho más grande que él.
El cane, que estaba herido en ambas piernas y se resbalaba por las teselas ensangrentadas, cayó con un estrépito de mallas. Tavi, agarrado a la empuñadura de la espada, cayó encima de su oponente. El cane intentó una vez más atrapar a Tavi con los dientes, pero la fuerza malvada de la criatura se estaba desvaneciendo con cada latido, a medida que la sangre le salía por el cuello.
Sin dejar de gritar, Tavi se precipitó sobre la espada, intentando que se hundiera aún más y dejar al cane clavado a las piedras del suelo si fuera necesario. Si se llegaba a levantar, el cane aún era capaz de matar a Gaius, o a Max, o a Kitai, y él estaba decidido a que eso no ocurriera.
No estaba seguro del tiempo que llevaba luchando para mantener a la criatura en el suelo, pero en algún momento se dio cuenta de que estaba tendido encima de su enemigo, y de que le costaba respirar. Los labios del cane se habían retirado de los colmillos al morir, y el ojo que le quedaba estaba vidrioso. Tavi se puso en pie poco a poco. Le dolían todos los huesos. La energía salvaje de la batalla lo había abandonado, y tenía cortes en la frente y en la pierna. Ninguna de las dos heridas sangraba demasiado, pero se sentía tembloroso a causa del cansancio.
Lo había hecho. Él solo. Si el cane no hubiera estado herido, o si no hubiera hecho explotar esas heridas, no habría sobrevivido a la batalla. Pero él, Tavi, solo, sin disponer de furias propias, sin aliados, había vencido a uno de esos guerreros monstruosos en un combate limpio.
Oyó unos pasos en el exterior que bajaban por la escalera.
Tavi respiró hondo, cogió la espada y, con un enorme esfuerzo, la arrancó del cadáver del cane. La pierna herida le fallaba, pero levantó la espada con las dos manos y apoyó la mayor parte del peso en la pierna posterior, dejando la otra plantada sobre el pecho del cane caído, mientras esperaba a lo que fuera que estuviera llegando.
Los pasos se oyeron con más nitidez, y Fade, con su ropa basta de esclavo cubierta de sangre, saltó los últimos escalones con la espada en la mano. Dejó escapar un grito y se lanzó hacia la puerta, pero se detuvo en seco al ver la sala que había al otro lado. Detrás de él, varios miembros de la Guardia Real, uno de los cuales asistía a sir Miles, también llegaron corriendo por la escalera. Miles se acercó cojeando a la puerta, y les ordenó a los guardias que se apartasen de su camino. Entonces se quedó parado, mirando boquiabierto a Tavi.
Tavi les devolvió la mirada durante un segundo, con la espada en la mano, y lentamente empezó a asumir qué había pasado. La batalla había terminado, y había sobrevivido. Dejó escapar un lento suspiro y se le cayó la espada de unas manos de repente temblorosas. Se tambaleó y de pronto olvidó como estar de pie.
La espada de Fade resonó cuando golpeó el suelo y se encontraba debajo de Tavi antes de que el muchacho llegase a caer.
—Ya te tengo —dijo Fade en voz baja, mientras depositaba a Tavi con suavidad en el suelo—. Estás herido.
—Kitai —jadeó Tavi—. Está envenenada. Necesita ayuda. Max sigue herido. Killian… —Tavi cerró los ojos para evitar la visión de la silueta inmóvil del maestro—. El maestro ha muerto, Fade. Envenenado. Las arañas de fuera. Gaius está intacto.
—Todo está bien —lo tranquilizó Fade, quien murmuró algo más y le presionó sobre los labios la boca de una cantimplora. Tavi estaba sediento y se bebió el agua caliente—. No tan rápido. Gracias a las grandes furias, Tavi —exclamó Fade mientras bebía—. Lo siento. Uno de los canim se lanzó sobre mi espada para dejar que otro pasase. He venido lo más rápido que he podido.
—No te preocupes —replicó Tavi—. He acabado con él.
Tavi pudo oír la sonrisa repentina y feroz en la boca de Fade cuando volvió a hablar.
—Sí. Lo has hecho. Los artífices del agua y los sanadores están de camino, Tavi. Te recuperarás.
Tavi asintió exhausto.
—Si no te importa, me voy a quedar sentado un momento, y descansaré los ojos hasta que lleguen.
Tavi apoyó la cabeza en la pared, extenuado, y no oyó si Fade dijo algo antes de quedarse dormido.