Al servirte una segunda vez, pierdes todo control sobre la cantidad que has comido. Así que pensemos en cuánto es una ración adecuada. La sabiduría popular nos ofrece variopintas y sensatas reglas para calcular a ojo. Existe un dicho que nos aconseja no comer nunca una ración de proteína animal mayor que nuestro puño. Otro nos dice que no hay que ingerir más alimentos en una sola comida de lo que cabría en el cuenco formado por las dos manos juntas. De todas formas, si piensas romper esta regla y repetir, espera por lo menos algunos minutos antes de servirte otra vez; puede que descubras que ya no te apetece hacerlo o, si lo haces, no tanto como habías pensado.