En las etiquetas, los ingredientes aparecen ordenados por peso, y cualquier producto que tenga mucha más cantidad de azúcar que de otras sustancias, contiene demasiado azúcar. (Como excepción a esta regla, véase la número 60, sobre alimentos para ocasiones especiales). Para complicar aún más las cosas, resulta que, gracias a la ciencia de la alimentación, ahora disponemos de unos cuarenta tipos de azúcares que se utilizan para la fabricación de alimentos procesados, entre ellos el jarabe de malta de cebada, el azúcar de remolacha, el jarabe de arroz integral, el jugo de caña, el edulcorante de maíz, la dextrina, la dextrosa, los fructooligosacáridos, los concentrados de zumo de frutas, la glucosa, la sacarosa, el azúcar invertido, la polidextrosa, el azúcar turbinado, etcétera, etcétera. Repito: el azúcar siempre es azúcar. Y el azúcar orgánico también lo es. En cuanto a los edulcorantes bajos en calorías, como el aspartamo o la sucralosa, las investigaciones (tanto con humanos como con animales) parecen indicar que pasarse a los edulcorantes artificiales no conduce a una pérdida de peso, aunque todavía se desconocen las causas. Sin embargo, es posible que, al engañar al cerebro dándole algo dulce, en realidad lo estemos estimulando y lo que provoquemos sea una mayor necesidad de azúcares.