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TOMA UNA COPA DE VINO CON LA CENA

Puede que el vino no sea la panacea universal de la dieta francesa ni de la mediterránea, pero sí que parece ser un componente esencial de todos esos patrones dietéticos. Contamos ya con una considerable cantidad de pruebas científicas que confirman los efectos beneficiosos del alcohol en nuestra salud y les dan la razón a unos cuantos siglos de sabiduría tradicional y anecdotario popular. Conscientes de los perjuicios sociales y físicos del alcoholismo, las autoridades sanitarias se resisten a recomendar la bebida, pero lo cierto es que las personas que beben con moderación y regularidad viven más y sufren considerablemente menos del corazón que las que son del todo abstemias. El alcohol, en todas sus variantes, parece reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, pero los polifenoles del vino tinto (en concreto el resveratrol) podrían poseer cualidades protectoras inigualables. La mayoría de los expertos recomiendan no beber más de dos copas al día en el caso de los hombres y una en el de las mujeres. Además, los efectos beneficiosos del alcohol para la salud pueden depender tanto de la cantidad como de los hábitos de consumo; beber un poco todos los días es mejor que beber mucho el fin de semana, y beber con las comidas es mejor que beber con el estómago vacío. Puede que algún día la ciencia descubra qué complejas sinergias actúan en las dietas tradicionales que contienen alcohol, pero hasta entonces podemos dejarnos cautivar por la sabiduría popular… y brindar por esta paradoja.