Muchas culturas tradicionales tienen una fe ciega en los alimentos fermentados; alimentos que han sido transformados por microorganismos vivos, como el yogur, el chucrut, la salsa de soja, el kimchi coreano o el pan de masa madre. Estos alimentos pueden ser una fantástica fuente de vitamina B12, un nutriente esencial que no puede obtenerse de las plantas (la B12 la producen los animales y las bacterias). Muchos alimentos fermentados contienen también probióticos, unas bacterias muy beneficiosas que, según indican algunos estudios, mejoran la función de nuestros sistemas digestivo e inmunitario. Incluso existen investigaciones que apuntan a que ayudan a reducir las reacciones alérgicas y la inflamación.