Habría sido más fácil decir «come alimentos orgánicos», y es cierto que la comida con sello de garantía orgánica suele estar bien cultivada y en suelos relativamente sanos, suelos que solo se han abonado con materia orgánica, y no con fertilizantes químicos. (También es cierto que tendrán poco o ningún residuo de pesticidas sintéticos o productos farmacéuticos). Sin embargo, existen agricultores y ganaderos extraordinarios que, por una u otra razón, no cuentan con un sello de garantía orgánica, y es una lástima que nos perdamos sus espléndidos productos. (Además, que un alimento tenga una etiqueta de «orgánico» no quiere decir automáticamente que sea bueno para la salud; los refrescos orgánicos siguen siendo refrescos, o sea, una enorme cantidad de calorías completamente vacías).
En la actualidad contamos con numerosas investigaciones que apoyan la hipótesis, lanzada por primera vez por los pioneros de la alimentación orgánica sir Albert Howard y J. I. Rodale, de que los suelos ricos en materia orgánica producen vegetales más nutritivos; es decir, comida con mayores niveles de antioxidantes, flavonoides, vitaminas y minerales. Desde luego, después de varios días en ruta, recorriendo el país en un camión hasta llegar a los puntos de venta, la calidad nutricional de cualquier producto se deteriora, así que lo ideal sería comer alimentos que sean a la vez orgánicos y locales.