La mayoría de los supermercados están organizados de la misma manera: los alimentos procesados dominan los pasillos centrales del establecimiento, mientras que las neveras y estantes de productos frescos —frutas y verduras, carne y pescado, lácteos— se encuentran junto a las paredes. Si sigues algo así como una «ruta periférica» por el interior del súper en lugar de irte directamente al centro, tendrás más probabilidades de que tu carro acabe llenándose con comida de verdad. Pero ¡cuidado!, esta estrategia no es infalible, ya que productos como el jarabe de maíz rico en fructosa han acabado colándose también en la nevera de los lácteos, camuflados en forma de yogures de sabores y cosas por el estilo.