Las reglas de las dos secciones anteriores se ocupan de qué comer. Las de esta de algo un poco más intangible, pero no por ello menos importante: las costumbres, hábitos alimentarios, tabúes y reglas tácitas que determinan la relación de una persona (y una cultura) con la comida. El cómo se come puede tener tantos efectos en la salud (y el peso) como el qué se come.
Quizá sea la lección más profunda de la llamada «paradoja francesa»: el misterio (al menos para los nutricionistas) de un pueblo que come todo tipo de alimentos grasos supuestamente mortales y bebe vino tinto, pero que aun así es más sano, más delgado y algo más longevo que los máximos exponentes de la dieta occidental, los estadounidenses. Lo que los nutricionistas no ven es que los franceses tienen una relación con la comida opuesta a la de Estados Unidos. En Francia casi nunca se pica entre horas, la comida se sirve en platos y raciones pequeños, la gente no suele repetir y casi siempre come acompañada y sin prisas. Estas conductas pueden ser mucho más determinantes que cualquier nutriente supuestamente mágico de su dieta.
Las reglas de esta sección propugnan una relación más sana con la comida, independientemente de lo que comas.