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Base de las Fuerzas Aéreas de Nellis, Nevada
Una vez más, Niles se encontraba junto a Pete Golding en la limpia sala que albergaba el sistema principal del Europa, el superordenador Cray. Habían estado buscando en las bases de datos del Ejército de Estados Unidos y del Cuerpo de Ingenieros durante la última hora, pero no habían encontrado nada.
—Oro… El Ejército no habría estado buscando oro con la segunda guerra mundial estallando por todo el globo. No tiene sentido. Así que, ¿qué otro motivo habría para que un equipo especialista bajara allí? —preguntó Pete recostándose en su silla y estirándose.
—Estoy de acuerdo, malgastar tiempo y esfuerzos y emplear a los militares y a la OSS para salvar a buscadores de oro… no me lo trago. No, teniendo en cuenta cómo estaba la guerra en 1942. Aún íbamos perdiendo, ¿recuerdas?
—Bueno, pues a ver, intentemos acceder por la puerta de atrás. El senador dijo que no tenía los nombres de la gente a la que la OSS rescató en 1942, ¿verdad? Pero sí que dijo de dónde eran: Chicago y Princeton. Empecemos por ahí.
Niles se inclinó hacia delante.
—De acuerdo, Pete, vamos allá.
—Europa, una pregunta: Durante la guerra, desde 1940 hasta 1942, ¿hubo alguna expedición patrocinada por alguna universidad norteamericana a Brasil o a la cuenca del Amazonas?
«Formulando», respondió la voz femenina del Europa. «Desde 1940 hasta 1942, no hubo ningún patrocinio académico norteamericano de ninguna expedición a Suramérica».
—Un gran comienzo —dijo Pete.
Niles sacudió la cabeza, pero siguió haciendo preguntas.
—Europa, otra pregunta: ¿Hubo algún informe de personas desaparecidas en la Universidad de Chicago o de Princeton en aquellos mismos años? Corrección; expande la búsqueda hasta 1945.
«Formulando», dijo el ordenador al comenzar a penetrar el sistema de seguridad, no solo de los informes de la universidad, sino de los departamentos de policía y de las agencias federales de toda la nación. «Veintidós informes de personas desaparecidas de ambas universidades durante esos años. Más tarde se informó de que veintiún casos quedaron resueltos. Uno permaneció abierto, en Princeton, presentado en junio de 1945.»
—Demasiado tarde —dijo Niles.
Los dos hombres seguían sentados, pensando. Se habían topado con un muro y no sabían cómo atravesarlo.
«Europa ha detectado un patrón en sus preguntas. Pregunta: ¿Sus parámetros de búsqueda actuales incluyen muerte accidental de personal universitario en territorio extranjero?».
Niles miró a Pete. El sistema Cray estaba diseñado para interactuar con sus operadores y advertirlos si pudiera haber algo que se habían pasado por alto en la búsqueda que llevaban a cabo.
—Ahora sí, gracias a ti, Europa. Continúa, por favor —dijo Pete.
«En el año 1942, un avión fletado por la Universidad de Chicago desapareció en la selva amazónica. Hubo dos supervivientes de la Universidad de Chicago y se informó de un superviviente de la Universidad de Princeton».
—Espera un minuto. ¿No acabas de decir que no hubo expediciones a Brasil patrocinadas por las universidades durante esos años? —preguntó Pete.
«El incidente correspondiente al informe no pertenecía a ninguna acción patrocinada por ninguna universidad».
—Vamos, ¿quién lo financió? —preguntó Niles perdiendo la paciencia.
Pete miró a Niles como si hubiera perdido la cabeza.
—Nombra al patrocinador, Europa —ordenó Pete sin dejar de mirar a Niles.
«El avión en cuestión fue fletado por las Fuerzas Aéreas del Ejército de Estados Unidos y el estudio geográfico fue financiado por el Ejército de Estados Unidos y el Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos».
—¿Pero qué cojones es esto? —preguntó Pete.
«Europa no comprende la pregunta».
—No te pregunto a ti, le pregunto a Niles.
—Pregunta: ¿Puede el Europa identificar los departamentos implicados en ese vuelo de la Universidad de Chicago? —preguntó Niles.
«Formulando».
Niles se levantó cuando algo lejano y olvidado comenzó a juguetear con su memoria.
«El departamento de Física de la Universidad de Chicago y el de Ciencias Teóricas de la Universidad de Princeton», respondió enseguida el Europa.
Niles comprendió la imagen que estaba empezando a formarse con las piezas del rompecabezas que tenía ante sí, y ahora el pasado volvía a él según el Europa iba juntando las piezas de ese puzle: algo en lo que no quería pensar. Se frotó la cara con las manos, irritado, pero siguió formulando sus preguntas.
—Pregunta: ¿Quiénes eran los directores de esos departamentos en las dos universidades en 1942?
«El director del departamento de Ciencias y Física de la Universidad de Chicago durante esos años en cuestión era el profesor Enrico Fermi. El director de Ciencias Teóricas de la Universidad de Princeton durante los años en cuestión era el profesor Albert Einstein».
—¿Qué he hecho? —preguntó Niles.
—¿Qué estás diciendo, Niles? —replicó Pete mientras miraba incrédulo los nombres que aparecían en la pantalla.
—Puede que haya matado a todos los miembros de esa misión de rescate, Pete.
En la pantalla, con grandes letras azules, estaba la respuesta del Europa al misterio de la expedición perdida de Padilla: Enrico Fermi y Albert Einstein.