No se trata de un lugar exactamente humano; en el sentido de que los habitantes no son seres humanos, y poseen de los humanos unas nociones vagas, transmitidas por viejos fabuladores, o inventadas por mercaderes, geógrafos, falsificadores de fotografías. Muchos, que tienen un nivel de cultura relativamente elevado, no creen en la existencia de los seres humanos. Dicen que se trata de una antigua y bastante estúpida superstición, y, a decir verdad la convicción de que existan está difundida sobre todo entre las clases inferiores. También los niños creen en la existencia de los seres humanos, y por consiguiente han nacido numerosas fábulas que tienen por protagonistas a los hombres. En estas fábulas los hombres hacen cosas cómicas y sin embargo, a su manera, siniestras; tejen tramas irrazonables y racionales. Pero la industria más curiosa y activa nacida en torno a la tradición de los humanos, es la de las máscaras y de los muñecos. Objetos valiosos son producidos y vendidos no sólo para el placer de los niños, sino también para el adorno de las casa y de los palacios, incluso de los de quienes, habiendo estudiado, no creen en la existencia de los hombres. Estas máscaras, y muñecos, no pueden naturalmente reproducir las facciones de un ser humano, que nadie ha visto nunca, y que tal vez no existe. Se recurre, pues a las tradiciones, a viejos y absurdos libros ilustrados, en último término a la fantasía. De este modo el rostro de los seres humanos siempre tiene agujeros para ver, en general dos, pero colocados al azar, uno arriba y otro en los pies, o bien en medio, algo así como en la barriga. Los hombres tienen una parte superior de forma redonda o cuadrada, y en ocasiones también otra parte pegada a ésta, y debajo unos miembros que sirven para asir y para andar. Por alguna parte emiten sonidos mediante los cuales se comunican: y aquí es donde la fantasía de los artistas se desborda; hay quien dibuja trompetas que surgen como penachos de la parte superior, o agujeros dispuestos como en las flautas o en las ocarinas. Para escuchar, tienen una especie de orificio cartilaginoso, que es colocado en cualquier lugar. Gustan mucho los muñecos que representan a seres humanos «enfermos»: aunque sea difícil imaginar enfermedades de lo imaginario. Algunos están recubiertos de pústulas, de llagas, segregan líquidos vitales. Tienen agujeros por los cuales no ven; flautas astilladas, que no suenan; miembros que no tocan, no asen ni avanzan. Algunos, sin embargo, suponen a los hombres inmortales; muestran respeto ante esas máscaras; y si las consideran imperfectas o irrespetuosas, las queman piadosamente.