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La multitud es inmensa.

Frank, el vendedor de carnada, era muy querido en la comunidad.

Allí están los pescadores y los surfistas y los chavales de la liga de béisbol infantil con sus familiares y los alumnos del club de teatro y los niños que juegan al fútbol y sus madres y los adolescentes que tiraban a los aros bajo las cestas que Frank había pagado, además de una gran representación de los vietnamitas locales.

Y hombres contando a sus hijos que pescaron por primera vez en el muelle en el certamen anual de Frank y viejos surfistas contándole a sus esposas cómo solía ser Frank los días de aquellos veranos interminables. Y un vietnamita cuenta a sus hijos que Frank lo había defendido hacía pocos días.

«Los que no están aquí —piensa Dave, mientras toma asiento en primera fila, junto a Patty y Jill— son los del club de Mickey Mouse».

Aquellos a los que no ha arrestado aún se han fugado, pero no tardará en encontrarlos, porque no son tan buenos ni tan listos.

Tampoco está allí Donna, que ya está bajo custodia preventiva, aunque, de todos modos, ella habría tenido la delicadeza de no presentarse, para no apenar más a la hija y a la viuda, tan acongojadas.

La bandera envuelve el ataúd de Frank. En su testamento ponía que quería un ataúd cerrado, para que sus amigos lo recordaran como era en vida, y no como un muñeco de cera creado por los de la funeraria.

Dave se pone de pie cuando los marines disparan al aire y el corneta toca a silencio. Suena largo y lento, hermoso y triste bajo el sol cálido de los falsos primeros días de la primavera.

«Está bien, de todos modos —piensa Dave—. La primavera siempre fue la estación de Frank».

Los marines doblan la bandera y se la tienden a Patty, que sacude la cabeza. Entonces se la tienden a Jill. Ella la coge y esboza una sonrisa tensa.

«Valiente —piensa Dave—, como su padre».

Solo queda por hacer una última cosa, que también venía en el testamento de Frank.

Un segundo después, surge la música grabada del equipo de música:

«… ma quando vien lo sgelo,

il primo sole è mio

il primo bacio dell’aprile è mio!

il primo sole è mio!…».