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Troy conduce con cuidado a través de la lluvia, aunque hay poco tráfico en las calles a aquellas horas de la noche. Apenas alcanza a ver bajo aquella lluvia implacable: el limpiaparabrisas delantero y el trasero se resisten en vano al agua que se acumula sobre el cristal.

Baja a través del Lamp, se apea del coche cerca de Island, abre el paraguas y se mete en una cabina telefónica.

«Un paraguas para caminar tres pasos —piensa Dave, que lo observa desde un coche a una manzana de distancia— y teniendo un teléfono móvil colgado del cinturón. ¿A quién llamarás, que no quieres que quede registrado?».

No se queda pensándolo, sin embargo. Ya tendrá tiempo de echar mano a los informes telefónicos por la mañana. Tiene que llegar allí antes que los que están al otro lado del teléfono, quienesquiera que sean.