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Tarda dos horas en llegar hasta lo alto del cañón.

Herido y dolorido, Frank sube con mucho cuidado entre la maleza y las piedras, bajo la luz incierta de la luna y la niebla. Llega arriba y camina por el borde de la carretera; se arroja al suelo cuando ve unos faros que se aproximan. Cada vez que se echa al suelo, más le duele y más le cuesta levantarse.

Sin embargo, tiene que seguir haciéndolo, porque sabe que lo estarán buscando.