—Deberíamos bajar a asegurarnos —dice Carlo.
Han detenido el envoy y el lexus al costado de la carretera. No pueden ver el sitio en el que ha caído el coche dentro del pequeño barranco, aunque sí las llamas que salen de él.
—¿A asegurarnos de qué? —pregunta Jimmy el Niño—. ¿Si todavía se pueden asar perritos calientes con él?
Ya han empezado a sonar las sirenas de la policía y de los bomberos.
—Lo que deberíamos hacer es largarnos de aquí a toda leche.
Y eso es lo que hacen.