Frank conduce a través del desierto. Siempre le ha gustado el desierto por la noche. Hasta en invierno tiene algo de blando.
«Y hablando de blando —piensa Frank—, eso es lo que te estás volviendo. Deberías haberlos matado a todos, haber hecho una escabechina para que ningún mafioso se dejara contratar para matarte. Sobre todo al jefe de la pandilla, el que era el vivo retrato de Tony Jacks. No, no de Tony Jacks, sino de su hermano menor. ¿Cómo se llamaba? Billy. ¿Sería aquel el hijo de Billy?».
Frank recuerda vagamente algo acerca de que el chaval de Billy estuvo en chirona por alguna razón. ¿Qué era? ¿Extorsión, tal vez? Era un chaval precoz y tenía su propia pandilla, con un nombre absurdo…
«El “equipo de demolición”, eso era. Trabajaban desde un lugar de desguace y rompían coches. El chaval tenía fama, incluso en chirona. Ahora tiene más sentido. La Combinación envió a Vince a escabecharme, pero Vince fue precavido y utilizó intermediarios; consiguió que Teddy Migliore enviase a John Heaney a ver a Mouse Junior para que me la jugara. Tiene sentido, tiene sentido. Los Migliore responden ante la Combinación. Le pagan el pizzo por sus negocios de sexo: pornografía, prostitución, clubes de estriptis. Vale, de acuerdo, pero yo jamás he tenido nada que ver con nada de eso. Vamos, sé sincero —se dice a sí mismo—: ¿y aquella noche en Solana Beach? Y la guerra de los clubes de estriptis».