Frank gira a la izquierda en la calle Nautilus y sale de la carretera en Windansea. Por la única palabra que Sherm ha dicho, «Corre», sabe que el Cinco Centavos está en una situación comprometida.
En un día normal, le entusiasmaría la oportunidad de venir a Windansea, un lugar legendario para practicar surf, sobre todo un día en el que hay mucha rompiente y vendrán algunos de los mejores surfistas del mundo, pero aquel no es un día normal, porque alguien lo espera para matarlo.
«Que esperen», piensa Frank.
Por un momento, coquetea con la idea de ir a La Jolla de todos modos y dejar que ocurra lo que tenga que ocurrir.
«Ellos no saben qué coche conduces y, mejor aún, no saben que tú sabes que ellos están aquí, aunque tienes la desventaja de que no sabes quiénes son ni cuántos son ni dónde están. Lo único que sabes es que ellos —quienesquiera que sean “ellos”— estarán dando vueltas cerca de la oficina de Sherm. Además, ¿qué consigues aunque logres "ganar" en un tiroteo en una zona comercial tan llena de gente como el bulevar de La Jolla?».
Cadena perpetua sin libertad condicional.
«Así que no seas estúpido», se dice a sí mismo.
Sale del aparcamiento y se dirige hacia el este por Nautilus y después hacia el sur, por el paseo panorámico de La Jolla; después hacia el este por la Soledad Mountain Road hasta la 5. A continuación va hacia el norte hasta la 78 y se dirige hacia el este.