JOHAN THEORIN. (Gotemburgo, Suecia, 1963) es un periodista y escritor sueco, conocido autor de novela negra y criminal, ganador de premios como el de Mejor Novela Criminal Sueca de 2008 o el Glass Key de 2009.
Pasó todos los veranos de su infancia en la isla de Öland. La familia de su madre, todos ellos pescadores, granjeros o marineros, son hijos de Öland, por lo que conoce el folclore y las leyendas del lugar. Su abuelo se encargó de almacenar en la cabeza de su nieto multitud de historias fantásticas y de terror antes de fallecer cuando éste contaba apenas 11 años. El marinero, pescador y farero perdura a través de un personaje en apariencia secundario, pero clave semántica de la tetralogía en marcha sobre la isla de Öland del escritor: Gerlof, un anciano que vegeta en una residencia, si bien es el depositario oral de las leyendas del lugar, única vía de acceso en ocasiones a la resolución de los crímenes.
Aunque ambientadas en el presente, las novelas de Theorin —en un ciclo estacional que arrancó con la veraniega La hora de las sombras (Skumtimmen, 2007), siguió con la invernal La tormenta de nieve (Nattfak, 2008) y prosigue con la primaveral La marca de la sangre (Blodläge, 2010)— se nutren de las historias que desafían al entendimiento humano y que son celosamente custodiadas por los viejos lugareños.
A la formación literaria de Theorin también contribuyeron el trabajar de muy joven en un centro geriátrico donde no se cansaba de escuchar las batallitas de los que antaño fueron granjeros y mineros, el completar guiones para videojuegos de temática detectivesca y el ejercer de periodista en su Goteborg natal. Pero nada comparable con que le contaran cómo un día, mientras lavaba ropa a la orilla del mar, su tatarabuela vio a un tomte —enano centenario que cuida de tu hogar y de tus animales, a menos que lo enfades y busque destruirlos— cruzar a toda prisa por delante de ella y arrojarse a las olas; o cómo el espíritu de un moribundo lanzó con violencia al suelo los tablones de madera que su abuelo tenía bien colocados para al día siguiente construir con ellos su ataúd.
En Öland, donde su abuelo escoltó a los barcos por las zonas minadas durante la Segunda Guerra Mundial, hay una pequeña librería en la que a Theorin le dijeron que, si su primera novela hablaba de la isla, con suerte colocarían veinticinco ejemplares. Vendió 1500.