Los muertos se reúnen cada invierno para celebrar la Navidad. Pero una vez, una vieja solterona los molestó. Su reloj se había parado, así que la noche de Navidad se levantó demasiado temprano y llegó a la iglesia a medianoche. Oyó un murmullo de voces, como si se celebrara una misa, y vio el templo repleto de gente. De repente, la solterona reconoció a su novio de juventud. Se había ahogado hacía muchos años, pero ahora estaba sentado en un banco entre la multitud.

Leyenda sueca del siglo XIX