en esta ciudad los muertos no están muertos. caminan por las calles y les venden caramelos a los niños. saludan a los mayores. rezan en las iglesias.

a veces son tantos que me pregunto si yo también estaré muerto. quizá esté desoyado y descuartizado, mis pedasos arrastrándose por el suelo de un estanque. todo lo que veo es sólo lo que ven mis ojos que quiza ya no estén aquí.

quizá ya no me doy cuenta.

pero él sí está muerto. sí. sus cenizas no pueden vagar por ahí. su brazo ya no es un brazo. su piel ya no tiene nada que cubrir. por eso me habla azí. por eso se queja. y yo le digo ya no puedes hacer nada, ijo del diablo. ja. ya no puedes hacer nada.

demasiados pecados. todos acumulados en el pecho como los gusanos que te comen. el fuego. pero tú ya no puedes hacer nada. estás limpio.

gracias a mí.

e venido desde el infierno a salvarte. e limpiado las cloacas de tu sangre y tu semen para que no haya más pecados como tú. bastardo. lo e hecho por ti. tu piel servirá para alimentar a los perros. tu saliva. tu saliva.

algún día, los hombres —los muertos— mirarán atrás y dirán que conmigo comenzó el siglo XXI.

pero tú ya no verás el siglo XXI.

tú estás limpio.

por mí.