Durante un tiempo, solo hablábamos de la «guerra». Febrero fue el peor mes. Entonces, prácticamente nadie nos dirigía la palabra, y Julian había empezado a dejarnos notas en las taquillas. Las notas que recibía Jack eran estúpidas, en plan: «¡Apestas, queso gigante!» y «¡Ya no le caes bien a nadie!».
Las que recibía yo eran en plan: «¡Monstruo!». Había otra que decía: «¡Largo de nuestro colegio, orco!».
Summer nos dijo que debíamos enseñarle las notas a la señora Rubin, que era la jefa de estudios de secundaria, o incluso al señor Traseronian, pero pensamos que eso sería como chivarnos. Nosotros también dejábamos notas, pero no tan crueles, sino más bien graciosas y sarcásticas.
Una decía: «¡Qué guapo eres, Julian! Te quiero. ¿Quieres casarte conmigo? Besos, Beulah».
Otra: «¡Me encanta tu pelo! Besos y abrazos, Beulah».
Y otra más: «Eres un cielo. Hazme cosquillas en los pies. Besos, Beulah».
Beulah era una persona inventada que se nos había ocurrido a Jack y a mí. Tenía unas costumbres de lo más asquerosas, como por ejemplo comerse esa cosa verde que tenía entre los dedos de los pies y chuparse los nudillos. Nos imaginamos que alguien así podría estar colada de verdad por Julian, que se comportaba como alguien salido de un concurso de cantantes para niños.
También fue en febrero cuando Julian, Miles y Henry le gastaron un par de bromas a Jack. Creo que a mí no me lo hacían porque sabían que si los pillaban «acosándome» les caería una buena. Debieron de pensar que Jack era un objetivo más fácil. Una vez le robaron los pantalones cortos de gimnasia y jugaron a pasárselos de uno a otro en el vestuario. En otra ocasión, Miles, que se sentaba al lado de Jack en el aula de tutoría, le robó la hoja de ejercicios de la mesa, hizo una bola con ella y se la lanzó a Julian, que estaba en la otra punta de la clase. Eso no habría sucedido si la señora Petosa hubiese estado allí, claro, pero aquel día había un sustituto y los sustitutos nunca se enteran de nada. Jack aguantaba bien. Nunca dejaba que notasen que estaba enfadado, aunque creo que a veces sí se enfadaba.
En quinto todo el mundo sabía lo de la guerra. Menos el grupo de Savanna. Al principio las chicas eran neutrales, pero hacia marzo ya estaban hartas del tema. Igual que algunos de los chicos. Por ejemplo, un día que Julian estaba echando las virutas del sacapuntas en la mochila de Jack, Amos, que normalmente siempre estaba de su parte, le quitó la mochila a Julian y se la devolvió a Jack. Parecía que la mayoría de los chicos ya no se creían las mentiras de Julian.
Unas cuantas semanas atrás, Julian se puso a propagar un rumor de lo más ridículo: dijo nada menos que Jack había contratado a un «asesino a sueldo» para «cargárselos»: a Miles, a Henry y a él. Aquella mentira era tan cutre que la gente empezó a reírse de él a sus espaldas. En ese momento, todos los chicos que aún seguían en su bando desertaron y se pasaron al bando neutral. A finales de marzo, solo Miles y Henry seguían con Julian… y creo que ellos también se estaban cansando ya de la guerra.
Estoy seguro de que todos habían dejado de jugar a la Peste. Ya nadie pega un salto si me tropiezo con esa persona, y la gente me pide prestados los lápices sin hacer como si el lápiz tuviese piojos.
La gente ya hasta bromea conmigo. El otro día vi a Maya escribiéndole una nota a Ellie en un trozo de papel de esos muñecos tan feos que se llaman Uglydoll.
—¿Sabías que el creador de los Uglydolls se inspiró en mí? —le dije, no sé por qué.
Maya me miró con los ojos como platos, como si se lo hubiera creído. Luego, cuando se dio cuenta de que estaba de broma, le pareció lo más gracioso del mundo.
—¡Qué gracioso eres, August! —dijo, y les contó a Ellie y a otras chicas lo que acababa de decir, y a todas les pareció divertido. Al principio se quedaron impresionadas, pero cuando vieron que me reía, comprendieron que no pasaba nada si ellas también se reían.
Al día siguiente me encontré un llavero de Uglydoll sobre mi silla con una simpática nota de Maya que decía: «¡Para el Muñeco Auggie más simpático del mundo! Besos, Maya».
Hace seis meses una cosa así no podría haber pasado, pero cada vez me pasa más.
La gente también se ha portado muy bien con el tema de los audífonos que he empezado a llevar.