olivia y yo estamos sentados en el porche de su casa. me está ayudando a memorizar los diálogos. es una cálida tarde de marzo y casi parece que estemos en verano. el cielo aún tiene un color azul claro, pero el sol está bastante bajo y las aceras están surcadas de largas sombras.
recito: sí, el sol ha salido más de mil veces. los veranos y los inviernos han agrietado las montañas un poco más y la lluvia se ha llevado parte del polvo. algunos bebés que aún no habían nacido ya han empezado a hacer frases; y muchas personas que pensaban que eran jóvenes y estaban llenas de vida se han dado cuenta de que no pueden saltar varios escalones como hacían antes sin que el corazón les lata con fuerza…
niego con la cabeza.
de lo demás no me acuerdo.
todo lo que puede suceder en mil días, me sopla olivia, leyendo del texto.
vale, vale, vale, digo, negando con la cabeza. suspiro. estoy hecho polvo, olivia. ¿cómo voy a recordar tanta cantidad de texto?
lo recordarás, contesta con seguridad. estira los brazos y ahueca las manos sobre una mariquita que aparece no se sabe de dónde. ¿lo ves? es señal de buena suerte, dice, levantando lentamente una mano para dejar a la vista la mariquita paseándose por la palma de su otra mano.
de buena suerte o simplemente el calor, bromeo.
pues claro que de buena suerte, contesta, mirando cómo le sube la mariquita por la muñeca. deberíamos poder pedir un deseo con las mariquitas. auggie y yo lo hacíamos con las luciérnagas cuando éramos pequeños. vuelve a ahuecar la mano sobre la mariquita. vamos, pide un deseo. cierra los ojos.
le hago caso y cierro los ojos. pasa un segundo largo y vuelvo a abrirlos.
¿has pedido un deseo?, pregunta.
sí.
olivia sonríe, abre las manos y la mariquita, como si le hubiesen dado la señal, despliega las alas y se aleja revoloteando.
¿quieres saber lo que he pedido?, pregunto, y la beso.
no, contesta tímidamente, mirando al cielo que, en este preciso momento, es del color de sus ojos.
yo también he pedido un deseo, dice haciéndose la misteriosa, pero ella podría desear tantas cosas que no tengo ni idea de qué será.