Bandos

—Estos son los bandos oficiales —dijo Summer en la comida el día siguiente. Sacó un trozo de papel plegado y lo abrió. Había tres columnas con nombres.

Bando de Jack

Jack

August

Reid

Max G

Max W

Bando de Julian

Miles

Henry

Amos

Simon

Tristan

Pablo

Nino

Isaiah

Luca

Jake

Toland

Roman

Ben

Emmanuel

Zeke

Tomaso

Neutrales

Malik

Remo

Jose

Leif

Ram

Ivan

Russell

—¿De dónde lo has sacado? —preguntó Auggie, mirando por encima de mi hombro mientras yo leía la lista.

—Lo ha hecho Charlotte —contestó Summer rápidamente—. Me lo ha dado en la última clase. Me ha dicho que pensaba que debías saber quién está de tu parte, Jack.

—Sí. No son muchos, eso está claro —dije.

—Está Reid —contestó—. Y los dos Max.

—Genial. Los bichos raros están de mi parte.

—No seas malo —dijo Summer—. Por cierto, creo que a Charlotte le gustas.

—Ya lo sé.

—¿Vas a pedirle para salir?

—¿Estás de broma? Ahora que todos se comportan como si tuviese la Peste, no puedo.

En cuanto lo dije me di cuenta de que había metido la pata. Se hizo un incómodo momento de silencio. Miré a Auggie.

—Tranquilo —dijo—. Ya lo sabía.

—Lo siento, tío —contesté.

—Lo que no sabía era que lo llamaban la Peste —dijo—. Pensaba que se llamaría algo así como Tocar el queso.

—Ah, sí, como en el Diario de Greg —contesté con un gesto afirmativo.

—Lo de la Peste mola más —bromeó—. Como si alguien pudiese pillar la «peste negra de la fealdad» —añadió, haciendo el gesto de las comillas.

—A mí me parece horrible —dijo Summer, pero Auggie se encogió de hombros mientras bebía de su cartón de zumo.

—El caso es que no voy a pedirle salir a Charlotte.

—Mi madre piensa que somos demasiado jóvenes para salir en plan de novios —contestó Summer.

—¿Y si Reid te pidiese salir? —dije—. ¿Saldrías con él?

Noté que aquello la había sorprendido.

—¡No! —contestó.

—No era más que una pregunta —dije riéndome.

Negó con la cabeza y me sonrió.

—¿Por qué? ¿Sabes algo que yo no sepa?

—¡Nada! ¡Preguntaba por preguntar!

—Yo estoy de acuerdo con mi madre —dijo—. Creo que somos demasiado jóvenes para salir en plan de novios. No sé a qué viene tanta prisa.

—Sí, estoy de acuerdo —dijo August—. Aunque es una pena, con todas las nenas que se echan en mis brazos y esas cosas.

Lo dijo con tanta gracia que la leche que estaba bebiendo se me salió por la nariz al reírme y eso hizo que los tres nos partiésemos de risa.