Después de las vacaciones de Navidad

A pesar de lo que dijo el señor Traseronian, cuando volví a clase en enero no hubo «borrón y cuenta nueva». De hecho, me di cuenta de que algo pasaba en cuanto llegué a mi taquilla por la mañana. La mía está junto a la de Amos, que siempre ha sido un chaval de lo más correcto. «Eh, ¿qué tal?», le dije, y él se limitó a saludarme con la cabeza, cerró la puerta de su taquilla y se fue. Aquello me pareció raro. Luego le dije: «¿Qué tal?» a Henry, que ni se molestó en sonreír y miró para otro lado.

Vale, algo estaba pasando. Dos personas se habían comportado como si no existiera en menos de cinco minutos. No es que estuviese llevando la cuenta, pero pensé en intentarlo una vez más, con Tristan, y ¡zas!, otra vez lo mismo. Parecía nervioso, como si tuviera miedo de hablar conmigo.

Pensé que era como si fuese yo quien tenía la Peste. Aquella era la venganza de Julian.

Y así siguieron las cosas durante toda la mañana. Nadie habló conmigo. No, no es verdad: las chicas se comportaron conmigo con toda normalidad. Y August sí habló conmigo, claro. Y los dos Max me saludaron. Eso me hizo sentirme fatal por no haberme juntado nunca con ellos en los cinco años que habíamos ido juntos a clase.

Esperaba que en la comida la cosa mejorase, pero me equivoqué. Me senté en la mesa de siempre con Luca e Isaiah. Pensé que, como no estaban en el grupo de los más populares sino en el grupo de los deportistas más o menos buenos, estaría bien con ellos. Pero apenas me hicieron un gesto con la cabeza cuando les saludé. Luego, cuando llamaron a nuestra mesa, pillaron la comida y ya no volvieron. Vi que se sentaron a una mesa en la otra punta de la cafetería. No se sentaron a la mesa de Julian, pero estaban cerca de él, en el límite de la popularidad. El caso es que me habían dejado tirado. Sabía que en quinto había gente que cambiaba de mesa, pero nunca pensé que me sucedería a mí.

Me sentí fatal al quedarme solo en la mesa. Era como si todos estuviesen mirándome. También me sentí como si no tuviese amigos. Decidí saltarme la comida e irme a leer a la biblioteca.