La llamada

En agosto, mis padres recibieron una llamada del señor Traseronian, el director del colegio de secundaria.

—A lo mejor llama a todos los nuevos alumnos para darles la bienvenida —dijo mi madre.

—Tendría que llamar a muchos niños —contestó mi padre.

Mi madre le devolvió la llamada y la oí hablar por teléfono con el señor Traseronian. Esto es exactamente lo que dijo:

—Ah, hola, señor Traseronian. Soy Amanda Will y le llamo porque me han dicho que nos ha llamado. —Pausa—. ¡Oh, gracias! Es usted muy amable. Lo está deseando. —Pausa—. Sí. —Pausa—. Sí. —Pausa—. Oh. Claro. —Pausa larga—. Ohhh. Ajá. —Pausa—. Bueno, es usted muy amable. —Pausa—. Claro. Ohh. Vaya. Ohhh. —Pausa superlarga—. Entiendo. Claro. Estoy segura de que sí. Déjeme anotarlo… Ya. Volveré a llamarle cuando haya hablado con él, ¿de acuerdo? —Pausa—. No, gracias a usted por pensar en él. ¡Adiós!

—¿Qué pasa? ¿Qué te ha dicho? —pregunté cuando colgó.

—Bueno, es algo muy halagador, pero también un poco triste. Verás, hay un niño que va a empezar en secundaria este curso y que nunca ha estado en un colegio porque recibía clases en casa, así que el señor Traseronian ha hablado con los profesores de primaria para que le diesen los nombres de algunos de los mejores niños que iban a entrar en quinto, y los profesores han debido de decirle que eres un niño especialmente encantador (eso yo ya lo sabía, claro) y el señor Traseronian quería saber si podría contar contigo para guiar un poco a ese niño nuevo.

—¿Para que le dejase juntarse conmigo? —pregunté.

—Exacto —dijo mamá—. Él le ha dado el nombre de «amigo de bienvenida».

—¿Y por qué yo?

—Ya te lo he dicho. Tus profesores le han dicho al señor Traseronian que eres un buen niño. Estoy muy orgullosa de que piensen tan bien de ti…

—¿Y por qué es triste?

—¿Cómo?

—Has dicho que era halagador, pero también un poco triste.

—Ah —contestó mamá dándome la razón—. Bueno, parece ser que el niño tiene una especie de… eh… creo que a su cara le pasa algo… No sé. No estoy segura. A lo mejor tuvo un accidente. El señor Traseronian dice que te lo explicará un poco mejor cuando vayas al colegio la semana que viene.

—¡Pero si el colegio no empieza hasta septiembre!

—Quiere que conozcas a ese niño antes de que empiece el curso.

—¿Tengo que hacerlo?

Mamá pareció sorprendida.

—Bueno, no, claro que no —dijo—, pero sería todo un detalle por tu parte.

—Si no tengo que hacerlo, no quiero hacerlo.

—¿Puedes pensártelo un poco por lo menos?

—Ya lo estoy pensando y no quiero hacerlo.

—Bueno, no voy a obligarte —dijo—. Pero por lo menos piénsatelo un poco más, ¿vale? Mañana volveré a llamar al señor Traseronian, así que piénsatelo un poco. Jack, no creo que sea demasiado pedir que pases un poco de tiempo con un niño nuevo…

—No solo es un niño nuevo, mamá —contesté—. Es un niño deforme.

—Eso ha sido cruel, Jack.

—Es que lo es, mamá.

—¡Pero si ni siquiera sabes quién es!

—Sí que lo sé —dije, porque en cuanto empezó a hablar de él supe que era un niño que se llama August.