Por parte de papá, las dos ramas de su familia eran judíos originarios de Rusia y Polonia. Los abuelos del abuelito huyeron de los pogromos y acabaron en Nueva York a finales del siglo XIX. Los padres de la abuelita huyeron de los nazis y acabaron en Argentina en los años cuarenta del siglo XX. El abuelito y la abuelita se conocieron en un baile en el Lower East Side cuando ella estaba en la ciudad visitando a un primo suyo. Se casaron, se fueron a vivir a Bayside y tuvieron a papá y al tío Ben.
La familia de mamá es de Brasil. A excepción de su madre, mi preciosa abuela, y su padre, Agosto, que murió antes de nacer yo, el resto de la familia de mamá —todos sus elegantes tíos, tías y primos— siguen viviendo en Alto Leblon, un lujoso barrio residencial al sur de Río de Janeiro. La abuela y Agosto se fueron a vivir a Boston a comienzos de los sesenta y tuvieron a mamá y a la tía Kate, que está casada con el tío Porter.
Mamá y papá se conocieron en la Universidad Brown y desde entonces han estado juntos. Isabel y Nate: hechos el uno para el otro. Se mudaron a Nueva York al acabar la carrera, me tuvieron a mí unos años después y luego se vinieron a vivir a una casa unifamiliar en North River Heights, la capital de los hippies con niños al norte del norte de Manhattan, cuando yo tenía más o menos un año.
En la exótica mezcla de genes de mi familia nadie ha mostrado nunca ninguna señal de tener lo mismo que August. He estudiado minuciosamente fotografías con grano y en tonos sepia de parientes muertos hace tiempo con pañuelos en la cabeza; instantáneas en blanco y negro de primos lejanos con trajes blancos de lino recién planchados, soldados de uniforme y señoras con peinados colmena; polaroids de adolescentes con pantalones de pata de elefante y hippies de pelo largo, y ni una sola vez he podido detectar el menor parecido con la cara de August. Ni una. Pero cuando nació August mis padres buscaron asesoramiento genético. Les dijeron que August tenía lo que parecía una «disostosis mandibulofacial desconocida hasta el momento y provocada por una mutación autosómica recesiva del gen TCOF1, localizado en el cromosoma 5, complicada por una microsomía hemifacial característica del espectro óculo-aurículo-vertebral». A veces, estas mutaciones se producen durante el embarazo. A veces se heredan de un padre portador del gen dominante. A veces las provoca la interacción de muchos genes, posiblemente en combinación con factores medioambientales. Esto recibe el nombre de herencia multifactorial. En el caso de August, los médicos pudieron identificar una de las «mutaciones causadas por la eliminación de un solo nucleótido» que le desgraciaron la cara. Lo curioso es que, aunque es imposible saberlo a simple vista, mis padres son portadores de ese gen mutado.
Y yo también.