—¿Este sitio está ocupado?
Levanté la vista y ante mi mesa vi a una chica que no había visto antes con una bandeja llena de comida. Tenía el pelo castaño, largo y ondulado, y llevaba una camiseta marrón con el símbolo de la paz en morado.
—Eh… no —contesté.
Dejó la bandeja de comida sobre la mesa, soltó la mochila en el suelo, se sentó enfrente de mí y se puso a comerse los macarrones con queso que tenía en la bandeja.
—Puaj —dijo después de tragarse el primer bocado—. Yo también debería haberme traído un sándwich.
—Sí —le contesté.
—Por cierto, me llamo Summer. ¿Y tú?
—August.
—Guay —dijo.
—¡Summer! —gritó otra chica que se acercaba a la mesa con una bandeja—. ¿Por qué te has sentado aquí? Vuelve a la otra mesa.
—Estaba demasiado llena —contestó Summer—. Ven a sentarte aquí. Hay más sitio.
La otra chica se quedó confundida durante unos segundos. Me di cuenta de que era una de las chicas a las que había pillado mirándome unos minutos antes, las que susurraban mientras se tapaban la boca con la mano. Supongo que Summer debía de ser otra de las chicas que había sentadas a la mesa.
—Da igual —dijo la chica, y se fue.
Summer me miró, sonrió encogiéndose de hombros y volvió a llevarse a la boca el tenedor lleno de macarrones con queso.
—Oye, nuestros nombres hacen juego —dijo sin dejar de masticar. Creo que se dio cuenta de que no estaba entendiendo a qué se refería—. Summer. August [1] —añadió, sonriendo, con los ojos como platos, mientras esperaba a que yo lo pillase.
—Ah, sí —dije un segundo después.
—Podemos hacer que esta sea la «mesa del verano» —propuso—. Aquí solo podrán sentarse los que tengan nombres de verano. A ver… ¿hay alguien que se llame Junio o Julia?
—Hay una Maya —contesté.
—En realidad, en mayo es primavera —dijo Summer—. Pero si quiere sentarse aquí, podríamos hacer una excepción. —Lo dijo como si lo pensase de verdad—. También está Julian. Es como el nombre Julia, que viene del mes de julio.
No contesté.
—En mi clase de lengua hay un chico que se llama Reid —dije.
—Sí, conozco a Reid, pero ¿por qué es un nombre de verano? —preguntó.
—No sé —contesté, encogiéndome de hombros—. La idea de reírse me recuerda al verano.
—Ya, vale —dijo dándome la razón, y sacó su cuaderno—. La señora Petosa también podría sentarse aquí. Su apellido suena a «pétalo», que también recuerda al verano.
—Yo la tengo de tutora —dije.
—Y yo en mates —contestó, haciendo una mueca.
Se puso a escribir una lista de nombres en la penúltima página del cuaderno.
—¿Quién más? —preguntó.
Al final de la comida teníamos una lista de nombres de alumnos y profesores que podrían sentarse a nuestra mesa si querían. La mayoría no eran nombres de verano propiamente dichos, pero tenían alguna relación con el verano. Hasta encontré la manera de hacer que valiese el nombre de Jack Will con la excusa de que su nombre podía convertirse en una frase sobre el verano, como «Jack Will irá a la playa»,[2] y Summer me dio la razón.
—Pero si alguien no tiene un nombre de verano y quiere sentarse con nosotros —dijo muy seria—, le dejaremos si nos cae bien, ¿vale?
—Vale —contesté asintiendo—. Aunque tenga un nombre de invierno.
—Guay —contestó, levantando el pulgar en señal de aprobación.
Summer sí que recordaba al verano. Estaba morena y tenía los ojos verdes como las hojas de los árboles.