El equipaje

Mamá me ayudó a hacer el equipaje la noche anterior al gran viaje. Pusimos sobre la cama toda la ropa que iba a llevarme y ella iba doblándola y poniéndola dentro de la bolsa de viaje mientras yo la miraba. Por cierto, era una bolsa de viaje azul, sin letras ni dibujos.

—¿Y si no puedo dormir por las noches? —pregunté.

—Llévate un libro. Si no puedes dormir, saca la linterna y lee un rato hasta que te dé sueño —contestó.

Asentí con la cabeza.

—¿Y si tengo una pesadilla?

—Tus profesores estarán allí, cielo. Y Jack. Y tus amigos.

—Puedo llevarme a Baboo —dije. De pequeño era mi animal de peluche favorito. Es un osito negro con la nariz negra y suave.

—Pero si ya no duermes con él —contestó mamá.

—No, pero lo guardo en el armario por si me despierto durante la noche y no puedo volver a dormirme —dije—. Podría esconderlo en la bolsa de viaje. Nadie lo sabría.

—Pues haremos eso —repuso mamá, y sacó a Baboo del armario.

—Ojalá nos dejasen llevarnos el móvil —dije.

—¡Eso digo yo! Aunque sé que vas a pasártelo muy bien, Auggie. ¿Seguro que quieres que meta a Baboo?

—Sí, pero en el fondo, para que no lo vea nadie.

Metió a Baboo en el fondo de la bolsa y le puso encima las últimas camisetas.

—¡Cuánta ropa para dos días!

—Tres días y dos noches —la corregí.

—Eso —contestó sonriendo—. Tres días y dos noches. —Cerró la cremallera de la bolsa y la levantó—. No pesa tanto. Prueba.

Levanté la bolsa.

—Está bien —dije, encogiéndome de hombros.

Mamá se sentó en la cama.

—Oye, ¿qué le ha pasado a tu póster de El Imperio contraataca?

—Ah, lo quité hace un montón de tiempo —contesté.

—Vaya, no me había dado cuenta —dijo mamá negando con la cabeza.

—Estoy intentando cambiar de imagen un poco —le expliqué.

—Vale —contestó, sonriendo y asintiendo como si lo entendiese—. Oye, cielo, tienes que prometerme que no te olvidarás de ponerte el spray para los mosquitos, ¿vale? En las piernas, sobre todo cuando vayáis a dar un paseo por el bosque. Está en el primer bolsillo.

—Sí…

—Y ponte la protección solar —añadió—. No querrás quemarte. Y que no se te olvide, repito, que no se te olvide quitarte los audífonos si vas a bañarte.

—¿Podría electrocutarme?

—No, pero tendrías que vértelas con papá, porque esos trastos cuestan una fortuna —dijo, y se echó a reír—. También te he metido el impermeable en el primer bolsillo. Lo mismo te digo si se pone a llover, Auggie. Acuérdate de tapar los audífonos con la capucha.

—Señor, sí, señor —contesté haciendo el saludo militar.

Mamá sonrió.

—No me puedo creer todo lo que has crecido este año, Auggie —dijo en voz baja, poniéndome las manos a los lados de la cara.

—¿Parezco más alto?

—Y tanto —me contestó.

—Sigo siendo el más bajo del curso.

—No me refiero a tu estatura —dijo.

—¿Y si aquello no me gusta nada?

—Vas a pasártelo en grande, Auggie.

Asentí. Mamá se levantó y me dio un beso en la frente.

—Deberías acostarte ya.

—¡Solo son las nueve, mamá!

—El autobús sale a las seis de la mañana. No querrás llegar tarde. Vamos. Corre, corre. ¿Te has lavado ya los dientes?

Dije que sí con la cabeza y me subí a la cama. Mamá se tumbó a mi lado.

—Esta noche no hace falta que me acuestes, mamá —dije—. Voy a leer yo solo hasta que me dé sueño.

—¿De verdad? —me preguntó, impresionada. Me apretó la mano y le dio un beso—. Muy bien. Buenas noches, cielo. Que duermas bien.

—Tú también.

Encendió la lamparita que hay junto a la cama.

—Te escribiré cartas —dije mientras se iba—. Aunque es probable que vuelva antes de que las recibáis.

—Entonces las leeremos juntos —contestó, y me lanzó un beso.

Cuando salió de la habitación, cogí mi ejemplar de El león, la bruja y el armario de la mesita de noche y me puse a leer hasta que me quedé dormido.

… aunque la bruja conocía la existencia de la Magia Insondable, existe una Magia Más Insondable aún que ella desconoce. Sus conocimientos se remontan únicamente a los albores del tiempo; pero si hubiera podido mirar un poco más atrás, a la quietud y la oscuridad que existía antes del amanecer del tiempo, habría leído allí un sortilegio distinto.