KASPAR
La busqué con la mirada por todo el salón, pero no sirvió de nada. Algunos rostros me devolvían el examen, otros fruncían el entrecejo, pero ninguno de ellos era el de una muchachita con un vestido de color violeta.
«No está aquí. Joder».
Localicé a Fabian y a Alex muy concentrados en su conversación en un rincón junto a la puerta. Me encaminé hacia ellos a toda prisa, cada vez más angustiado. Sentí que la tensión de los miembros de mi familia también aumentaba, que compartían mi preocupación.
—Fabian. —Los dos se volvieron para mirarme—. ¿Dónde está Violet? —pregunté con urgencia.
—Se ha ido a la cama, hace más o menos diez minutos —contestó sin mirarme a los ojos.
«Así que se lo ha dicho».
—¿Qué? ¿No la has acompañado? ¿Por qué no estás con ella? —exigí saber. La angustia se había convertido en pánico.
«Podría no ser nada. Podría no ser más que una coincidencia».
—Kaspar, ¿qué…?
—Ilta Crimson también se ha ido.
Se miraron el uno al otro y luego, con los ojos abiertos como platos, volvieron a centrarse en mí.
—Oh, Dios… —gimió Fabian.
E inmediatamente después ambos salieron disparados en direcciones opuestas. Me tomé un momento para volver a examinar el salón de baile y luego me uní a toda prisa a la búsqueda. Todos y cada uno de los Varn y de nuestros amigos estaban buscándola. El miedo les había arrebatado el color a sus iris.
La culpa hacía que las palabras que le había dicho aquel día me retumbaran en el cerebro. «Bajo tu responsabilidad queda, Nena».