Mi querida amiga Pilar Cortés me pide unas líneas para esta edición, en la colección Austral, de mi biografía Juana la Loca, la cautiva de Tordesillas. Y pienso que nada mejor que hacer aquí una breve historia de su recorrido.
Fue en la primavera de 1994 cuando el entonces presidente de la Diputación de Palencia, el señor Mañueco, me pidió que escribiese la historia de la pobre y desventurada hija de los Reyes Católicos para insertarla en la colección de biografías de los Reyes de Castilla que estaba llevando a cabo dicha Diputación.
Era un proyecto muy atractivo, así que enseguida acepté el reto. Todavía no pertenecía ni al Colegio Libre de Eméritos ni a la Fundación Academia Europa de Yuste, y llevaba, además, unos años jubilado de mi cátedra de Historia moderna de Salamanca; es decir, disponía de tiempo y pude dedicarme de lleno a aquella atractiva tarea. De ese modo surgió la primera edición de mi biografía sobre Juana la Loca que puede presentar en la Real Academia de la Historia en el otoño de aquel año. Y recuerdo con qué asombro la acogió su director, que entonces lo era don Emilio García Gómez. Hasta tal punto que sugirió que la Academia dedicara una jornada especial para comentar mi obra y debatir aquel, al menos para él, interesante tema. Por supuesto, no se llegó a tanto. Pero a mí me sorprendió que tales elogios no se correspondieran con la difusión que estaba teniendo mi estudio. En efecto, la Diputación de Palencia había hecho una tirada de dos mil ejemplares, dejando mil en su archivo en previsión de envío a autoridades y bibliotecas, mientras que ponía en manos de un librero la difusión de los otros mil ejemplares. ¿Y qué ocurrió? Que pese a que todos los que leían mi obra no dejaban de alabarla, fueron necesarios más de cuatro años para que se agotase aquella modesta edición de mil ejemplares. Creo que fue hacia el año 2000 cuando la Diputación de Palencia me pidió autorización para lanzar una segunda edición, dado que se había agotado la primera. Fue entonces cuando me pareció que podía probar suerte entregando mi libro a otra editorial, por lo que acudí a Pilar Cortés: ¿le interesaría a la editorial Espasa lanzar esa segunda edición? La respuesta fue afirmativa y así comenzó la nueva andadura del libro. Con pocas novedades, ciertamente, pero sí con alguna, entre otros motivos porque me pareció oportuno presentarme un vez más en Tordesillas para recabar algún que otro documento en torno a la pobre Reina. Y, en efecto, entonces encontré en el Archivo de la villa el libro de Acuerdos Municipales, donde constaba la fecha de la muerte de la reina Juana, documento que pude incorporar gráficamente a la nueva edición.
Y ocurrió lo inesperado, lo sorprendente, para mí algo increíble. De pronto se sucedieron las ediciones de mi libro y al punto se colocó entre los más vendidos, llegando a ocupar meses y meses el número uno.
Fue algo fantástico. Me llegaban cartas de toda España.
No cabía duda: el personaje era conmovedor y había cautivado a miles y miles de lectores, conforme a la dedicatoria que con toda justicia puse yo entonces a la nueva edición:
A Marichún,
a quien tanto cautivó
LA POBRE CAUTIVA DE TORDESILLAS,
con amor.
Esa nueva edición salía a la luz en septiembre del año 2000. Desde entonces se fueron sucediendo las ediciones, la última la vigésima segunda con más de ciento cincuenta mil ejemplares vendidos. Y se ha traducido al alemán y al checo, y está en vías de publicación en japonés.
Verdaderamente fantástico.
¿Quién lo hubiera creído?
En todo caso, algo parece cierto: que aquel desventurado personaje, aquella desamparada reina, sigue conmoviendo a las gentes sencillas. No tuvo poder alguno, sólo la sombra del poder. Es más, a todas luces resulta evidente que fue la gran perseguida y acorralada por los poderosos de su tiempo. Hasta tal punto que pareciendo haber nacido para tenerlo todo, como reina propietaria, primero de la gran Castilla y después de toda España cuando esa España estaba en toda la pujanza de su impresionante imperio, la reina Juana sin embargo careció de lo más elemental: la libertad. De hecho, viviría recluida en la casona palaciega que le asignó el rey Fernando en Tordesillas durante casi medio siglo.
Y es ahora cuando debemos hacernos esta pregunta: ¿verdaderamente fue una pobre loca? No es tan fácil la respuesta, pero al menos una cosa es segura: que tantos años de reclusión, alejada de los suyos y privada de todo afecto, acabaron por hacerla enloquecer.
No podía ser de otra manera.
MANUEL FERNÁNDEZ ÁLVAREZ