Capítulo 66

Sonia había acabado de tomar declaración a Steve Stark-Kim, al que su padrino, el cómico Tony Maxwell, había acompañado. Habían llegado sin avisar hacia las dos de la tarde, y su llegada no había pasado desapercibida. Todo el servicio había desfilado para ver a Maxwell que era tan célebre como Stark, pero mucho menos estropeado. Una decena de coches de la prensa estaban estacionados delante del edificio de la policía, y varios reporteros habían conseguido deslizarse en la estela de aquellos dos testigos fuera de lo común. Tony Maxwell y el hijo adoptivo de Stark no sabían gran cosa, a decir verdad. No estaban al corriente de su enfermedad. A lo sumo, su amigo había notado, últimamente, que se manifestaba con una reserva y una tristeza que hacían pensar, mirándolo ahora, que se preparaba para el gran salto en el vacío. Steve, el joven asiático bello como un ángel, delicado y sensible, había tenido la misma sensación en la última visita de su padre adoptivo en Nueva York. Pero los dos habían atribuido esta impresión a las dificultades financieras que la antigua estrella no ocultaba. Sin embargo, había rechazado la ayuda de Maxwell, quien, gracias a dos giras sucesivas y fructíferas, estaba financieramente en el cénit.

También se sorprendieron al saber que Stark había suscrito pólizas de seguro en favor de Steve y de Thomas Fréaud. Tony Maxwell no reconocía a su amigo en aquellas disposiciones. Mostró un asombro sincero al pensar en Tommy, al que había conocido como un furtivo amiguito de Stark, en el papel de heredero y beneficiario a partes iguales con Steve. El asunto le parecía altamente sospechoso. De memoria, Maxwell no recordaba que Stark hubiera sentido por Tommy una pasión tal que justificara aquella elección…

Tony y Steve estaban a punto de irse cuando Sonia recibió una llamada que iba a cambiarlo todo.