Capítulo 59

Mimouni acababa de examinar el interior de la casita de los Fréaud esforzándose por no estornudar. Le daba la impresión de que lo único que se veía de él era su nariz roja e hinchada, ideal para el galanteo. Sin embargo, la preciosa chica de Pro-services no se apartaba de él. Debía de haber recibido la orden de no quitarle el ojo de encima. La vuelta a la casa, por suerte, fue rápida. No había ni cadáver, ni desorden alguno que indicara que los ocupantes habían sufrido algún percance, sino que todo llevaba a pensar en una marcha precipitada. Las camas estaban sin hacer y había platos sucios en el fregadero. La revista Télé Loisirs se había quedado abierta por la página del 20 de diciembre. Quizá se habían ido esa mañana, teniendo en cuenta las camas deshechas. Entre los cojines del sofá del salón, Mimouni descubrió un iPhone reciente. Había unos doce mensajes pendientes y otras tantas llamadas perdidas. En ese momento, su propio teléfono sonó en el bolsillo. Era Sonia. Le preocupaba recuperar un objeto personal de la habitación de Tommy, un cepillo de dientes, un peine o un cepillo usado. Iba a preguntarle por qué, pero cortó la comunicación dejándolo con la palabra en la boca. Nunca entendería a las chicas, y a esta todavía menos. Sin embargo, la pequeña Breton le gustaba. Y todavía más porque se le resistía. Mientras volvía al salón donde lo esperaba la guapa rubia de Pro-services, se fijó, al pasar por la habitación de Marcelle Fréaud, en algunos marcos colocados en una cómoda. Entre las fotos de Thomas, a diferentes edades, estaba el retrato de una mujer en su madurez. El retrato en blanco y negro de un rostro con una nariz donde había una imponente verruga en la parte izquierda.