Capítulo 53

Se encontraron a la mañana siguiente, a la hora convenida. Lazare no había dormido mucho, se veía por las oscuras ojeras grises bajo los ojos. La expresión de su rostro, sin embargo, era relajada. Sonia evitó hacerle pregunta alguna. Ya tendrían tiempo para volver a hablar de todo eso más tarde. Ella misma se había pasado la mitad de la noche ordenando su apartamento y rehaciendo la cama de su colega, recogiendo sus ropas, que le había lavado y planchado. Ante el árbol de Navidad apagado, había tomado conciencia de su estado. Esa mañana, al levantarse, había decidido que debía hacer más acogedor su apartamento. Después iría a ver a su madre, y si las cosas entre ellas no se arreglaban, pasaría página. Era muy simple, se llamaba madurar.

Antoine Glacier estaba ya instalado delante de su ordenador cuando Mimouni llegó, abrigado, con la nariz roja y los ojos brillantes de fiebre.

—¿No podías quedarte en tu casa? —le reprochó el joven teniente sin levantar la nariz de su ordenador—. ¡Vas a contagiarnos a todos!

—¡Qué bonito recibimiento! ¡Feliz Navidad, por cierto! Vamos, Renaud nos espera para la sesión informativa.

Después de darles noticias de Revel, Lazare se sumió en el silencio. Glacier y Mimouni descubrieron las novedades que se habían producido la víspera y el día de Navidad.

—Abdel, coge un equipo y ocúpate de Flins. Hay que saber qué ocurre con los Fréaud. Tú haz el perfil de Thomas, y mientras tanto, redacta toda su historia desde su primer diente. Con la madre haremos lo mismo. Antoine, tú sigue investigando a Jérémy Dumoulin y empléate a fondo. Averigua lo que se traen entre manos Jérémy y su amiguito Gary Varounian, el del taller. Finalmente, ya veis, ¡el «viejo» tenía razón por interesarse en ese antiguo caso de los Porte! Sonia, tú asiste a la autopsia del incinerado de Poigny. Después, ve a darte una nueva vuelta por la MJC de Rambouillet. Maxime espera…

Hizo una pausa. El resto del grupo esperaba en la habitación vecina, con los hombres de la policía secreta, el resto de las instrucciones.

—Yo me voy a Rambouillet, a Les Furieux. Por el momento, Jérémy no se ha movido, pero si sale, el dispositivo sobre el terreno lo interpelará allí mismo. Me voy a llevar a unas cuantas personas conmigo, lo he comentado con el comisario de división Gaillard, y sobre la marcha empezamos el registro. Voy a enviar también a un equipo a casa de Elvire Porte, y esta vez vamos a poner presión en su barraca. Quizá esta vez consigamos que hable. Vamos, poneos en marcha, tenemos un día muy largo por delante.

—Es una pena que Revel no esté aquí para ver esto.

Nadie fue capaz de decir quién había hecho ese comentario, pero todos pensaban lo mismo: después de toda la energía que había invertido, era una locura que Revel no pudiera asistir a esa apoteosis.