Habían instalado al comandante en una habitación del servicio de neumología, después de pasar cinco o seis horas en cuidados intensivos. Revel había recuperado el conocimiento rápidamente. El interno de guardia les informó de que se había diagnosticado una afección neumológica que requería un tratamiento con alta dosis de antibióticos, pero no excluía algunas complicaciones. Iban a someter al comandante a un examen completo, cuyos resultados tardarían varios días en conocerse. Con aquella bata de hospital, había envejecido de golpe.
—¡No me miréis así! —gruñó él, lo que probaba que no estaba tan mal—. No tengo nada, ¡descanso una hora o dos y me largo!
No se atrevieron a contrariarlo, y prefirieron dejar que el cuerpo médico le anunciara el diagnóstico en el momento más adecuado. Después de recibir las últimas noticias del frente, no hizo observación alguna.
—Tengo algo que enseñarte —dijo Sonia, mientras manipulaba su móvil.
Buscó la foto de Jimmy. Revel se levantó ligeramente para mirarla y se sobresaltó tanto que el enganche del gotero tintineó.
—Es ese cabroncete —resopló él, lo que desencadenó enseguida un ataque de tos.
Después de una inyección y diez minutos con una máscara de oxígeno, se recuperó, pero rogaron a los dos policías que fueran a hablar fuera porque agotaban al enfermo. No hicieron nada, Revel tenía que confirmarles que «el cabroncete» del que hablaba era el mismo en el que pensaban ellos.
—¿De dónde has sacado esta foto? —preguntó Revel en cuanto pudo hablar.
Sonia le habló de su visita al Black Moon y, para acabar, de la llamada que había recibido al final de la mañana, mientras se helaban delante de un vehículo chamuscado en el bosque.
—Stef, del Black Moon, me llamó… En las conversaciones de la noche, oyó decir que el tal Jimmy de la foto tiene un bar «liberal» en Rambouillet.
—¿Les Furieux?
—Exacto.
Revel se sumió en sus pensamientos. Esa noticia le abría nuevos horizontes que todavía no conseguía encajar. Jérémy Dumoulin y Thomas Fréaud. ¿Cómo era posible?
—Hay que investigar más a Fréaud —dijo Revel bostezando—. Hay que hacer un examen completo de la situación. También debemos averiguar cómo acabó en casa de Stark. Me cuesta creer la historia de la jardinería…
—He comprobado sus llamadas de teléfono antes de venir —dijo Sonia—. Todavía no hay nada y sigue atrincherado en Flins, en casa de su madre.
—Hay que encontrar al tal Tommy. Si tiene algo turbio con Jérémy Dumoulin, tendréis más posibilidades de arrancar una confesión al jardinero que al otro cabrón.
Vieron que a Revel le costaba mantener los ojos abiertos. Los sedantes estaban haciendo efecto, había que dejarlo dormir; cuando se alejaron por el pasillo, se dieron cuenta de que ninguno de ellos había mencionado a Léa. ¿Debían avisarla? ¿Y dónde estaba? Revel había dicho que iban a pasar juntos la Nochebuena. ¿Por qué no estaba en casa cuando a su padre le había dado el ataque? ¿Y por qué el «viejo» estaba en la habitación de su hija?