Maxime Revel pasó el resto de la tarde preparando la ejecución de sus nuevas órdenes judiciales. Había pedido ayuda a Antoine Glacier, el más discreto y el menos inclinado a hacerle comentarios. Por supuesto, el comisario Bardet iba a supervisarlo. No aceptaría que abandonara un caso nuevo para reabrir ahora aquella antigualla. Iba a tener que hablarle, que tranquilizarlo: se cumplirían todos los plazos.
Antoine Glacier comenzó por redactar las requisitorias a los operadores de telefonía para la línea fija de Elvire Porte y para su teléfono móvil. Hizo lo mismo para el café Les Furieux y el móvil de Jérémy Dumoulin. Revel dudaba sobre si dirigirse directamente a Rambouillet para entrevistarse con Nathan Lepic, con el riesgo de no encontrar a nadie por culpa de las vacaciones. Ni siquiera se le pasó por la cabeza, en aquel momento, preguntarse qué iba a hacer Léa con sus vacaciones ni, sobre todo, qué iba a proponerle para Navidad. Sin duda, era mejor no pensar en ello, solo la perspectiva de un cara a cara, más bien siniestro, con su hija lo asustaba.
Por suerte los Lepic tenían terror a la nieve, o les faltaban los medios para pagarse unas vacaciones en la montaña o en la playa. Sin reticencias, aunque un poco sorprendidos, aceptaron recibir a Revel al día siguiente por la mañana. El comandante dio gracias a Dios en silencio. Era una manera de hablar porque hacía mucho tiempo que había eliminado a Dios de la lista de sus conjuros.
A continuación se dedicó a analizar la situación del bar Les Furieux empezando por consultar el Registro Mercantil. El nuevo propietario del negocio, que mezclaba la venta de bebidas frescas y veladas calientes, era Jérémy Dumoulin, el hijo de Elvire Porte. ¿Qué ocultaba el desacuerdo entre la madre y el hijo? ¿Cómo había conseguido el hijo, más bien a la deriva según su madre, aquel éxito? ¿Con quién? ¿Y con qué dinero? Pidió a Antoine Glacier que le buscara los elementos de la conclusión de la venta, el traspaso de la propiedad así como el modo de financiación. En caso de necesidad, podía pedir ayuda a la brigada financiera, especializada en este tipo de investigaciones. Luego se puso el abrigo y salió.