20 de enero.
Querido Papaíto-Piernas Largas:
¿Alguna vez tuvieron en el orfanato a alguna niñita robada de la cuna en su tierna infancia?
Tal vez esa niñita sea yo… Si yo fuera un personaje de novela, sería un buen desenlace.
Resulta en verdad rarísimo no saber quién es uno. Emocionante y romántico. Puede que no sea americana, ¡hay tantos que no lo son! Puede que descienda en línea recta de los antiguos romanos, o que sea la hija de un vikingo, o de un exiliado ruso y que me correspondiese estar en una prisión de Siberia… O podría ser también una gitana. Pienso que tal vez lo sea, ya que tengo un temperamento bastante nómada, aunque hasta ahora no se me hayan presentado muchas ocasiones de desarrollarlo. Me pregunto, Papaíto, si se ha enterado usted de aquella página escandalosa de mi foja. Aquella vez que me escapé del orfanato porque me castigaron por robar galletitas. Ahí figura toda la historia en los libros y cualquier síndico puede leerla. Pero realmente, Papaíto, ¿qué diablos pretendían? Cuando se pone a una chiquilla de nueve años —¡hambrienta!— a fregar cuchillos junto a un tarro de galletitas y se la deja sola y luego se regresa de repente, ¿no es de suponer que estará toda llena de miguitas? Y cuando se la agarra de un brazo y se le pega en los oídos y se la obliga a levantarse de la mesa cuando sirven el postre y se les dice a los demás chicos que es porque ella es una ladrona… Bueno, ¿no esperaría usted que la chica ésa se escapara?
No corrí más de unos ocho kilómetros. Me agarraron y me trajeron de vuelta y después todos los días, durante una semana, me ataban como a un gatito travieso mientras los otros chicos jugaban en el recreo.
¡Dios mío! Ahí suena la campana de la capilla. ¡Y yo que deseaba escribirle una carta bien entretenida!… Después de la capilla tengo una reunión de comité, de modo que…
Auf wiedersehen (adiós).
Cher (querido) Papaíto.
¡Pax tibi! (¡La paz sea contigo!).
Judy
P. D.
Hay algo de lo que estoy bien segura: No soy china.