81: Encrucijadas

81

Encrucijadas

Bernabé y Diana llegaron a una nueva encrucijada. Bernabé iba desenrollando el ovillo tras él y además, para más seguridad, informaba puntualmente a Eduardo de cada uno de sus giros para que los fuera anotando. Diana avanzaba con el gesto torcido. No le gustaba nada el olor de aquel lugar. Milenios de encierro habían dotado a la atmósfera del laberinto de una consistencia terrosa. Cada vez que respiraba, creía estar aspirando polvo.

—A la izquierda ahora… —anunció Bernabé. Llevaba la espada en llamas en su mano derecha y esta iba arrojando charcos de luz a su alrededor. Cuanto más profundizaban en el laberinto, más complicado se volvía este. Los pasadizos avanzaban apenas dos o tres metros rectos antes de bifurcarse de nuevo. Era enervante. El ovillo seguía igual de grueso en su cinturón, alargado mediante magia—. Derecha… —dijo y hacia la derecha fueron, el uno junto al otro.

Diana se detuvo y miró alrededor, conteniendo el aliento.

—El aire ha cambiado… Creo que está a punto de suceder algo.

Un segundo después de haberlo dicho el laberinto comenzó a temblar con tanta fuerza que Diana salió despedida hacia la derecha. Bernabé perdió el equilibrio y trató de apoyarse en la pared más próxima, pero el muro se estaba desplazando hacia la izquierda, girando como la hoja de una puerta que alguien empuja.

—¿Qué es esto?

—¡Las paredes se están moviendo! —gritó Diana, levantándose del suelo a pesar de los intensos temblores de este.

Ante ellos otra pared giraba sobre sí misma y lo que antes había sido un camino despejado, se convirtió en un callejón sin salida. El suelo seguía temblando y se vieron abocados a bailar a su son hasta que el temblor terminó.

—El laberinto ha cambiado —dijo Eduardo desde su despacho, mirando al espejo con expresión atónita—. El segundo laberinto de Dédalo es un laberinto cambiante… El truco del ovillo no vale aquí… ¡Ni el mapa que he estado dibujando!

Bernabé miró hacia atrás. El hilo que había ido desenrollándose del ovillo estaba roto, tirado en el suelo justo al pie de una pared que unos segundos antes no se encontraba allí.

—Curioso… —comentó.