Giovanni Martinelli estaba en la peluquería haciéndose arreglar las manos y sosteniendo una animada conversación en italiano con el peluquero. Callaron de golpe al ver entrar a Walter.
—¿Signor Martinelli? —preguntó Walter.
El gran tenor alzó las cejas.
—Disculpe que lo interrumpa. Soy Dew, inspector Dew, y estoy a cargo de la investigación de la muerte de la pobre señorita Masters. Hay un punto que creo me podrá aclarar. Me han informado que en la noche de su muerte se vio a la señorita Masters acercarse a algunos pasajeros para pedirles de parte suya si deseaban participar en el espectáculo del barco. Lo único que quiero es confirmar si eso es verdad y ella era un miembro acreditado de su comité.
Martinelli no respondió nada. Permaneció mirando a Walter.
—No hago más que comprobar las declaraciones de otros testigos. No es más que una formalidad —Walter sacó su cuaderno y lápiz para sonar más convincente.
La cara de Martinelli se suavizó en una amplia sonrisa.
—Sí.
Tomó el cuaderno y el lápiz de Walter, escribió algo y se lo devolvió.
Había escrito «G. Martinelli. Mauretania. 1921».