El último acabose
Al abrir yo la carta de Nancy cayeron al suelo dos recortes de periódico. Ella decía:
«Antes de seguir escribiéndole quiero que lea estos recortes que le envío, para que vea cómo se considera aquí el caso de Clamores y en qué estado se encuentra».
Yo vi que el primer recorte decía: «El macabro hallazgo del cadáver de una mujer joven en un baúl camarote en la calle del Pinar, número 199, piso segundo, está siendo esclarecido por la policía y han sido practicadas algunas detenciones preventivas y puestos en libertad la mayor parte de los que al principio parecían sospechosos. En cambio, la atención de las autoridades se ha concentrado sobre el torero Lagartijo III, esposo de la víctima, que como dijimos, fue identificada con el nombre de Clamores Benítez, de 26 años, bailarina, que solía trabajar en el tablao de un colmado bien conocido de esta ciudad y que últimamente había actuado en el salón de fiestas de un hotel mallorquín.
»Se sabe que el torero estuvo la noche de autos en casa de su esposa Clamores, de la cual vivía separado por incompatibilidad de caracteres. Aunque la ley nos prohíbe el acceso a los hechos relatados en el sumario, los vecinos de la artista asesinada nos han dicho que la noche de autos Lagartijo III estuvo en el piso de la víctima, después de algunos meses de ausencia, durante los cuales se le veía acompañado, frecuentemente, de otra artista cuyo nombre omitimos por el momento.
»Declaran los vecinos que en la noche de autos oyeron voces, denuestos e insultos y en ellos reconocieron la voz de Lagartijo, a quien vieron más tarde salir de la casa bajando las escaleras de tres en tres y blasfemando como un poseso. Algunos de los vecinos sospechan que estaba embriagado, pero otros dicen que Lagartijo era hombre de buenas costumbres, y dentro de lo usual en la atmósfera en la que se desenvuelve, tiene fama de ser sobrio y poco dado al alcohol.
»En todo caso, los vecinos inmediatos a la vivienda declaran que en la noche de autos oyeron ruido de muebles arrastrados, patadas en las paredes, sillas rotas y sobre todo voces destempladas, como si estuvieran ocurriendo riñas y desarrollándose hechos brutales. También oyeron citar el nombre de un cantante conocido por alias el Mosquito y últimamente el Cínife.
»Un señor cuya identidad no damos por discreción, ya que los hechos no han sido todavía calificados por el juez, nos manifestó que no le extrañaría que Clamores hubiera sido estrangulada aquella noche por algún criminal sádico y su cuerpo escondido en el baúl a la espera de una oportunidad para sacarlo de allí y llevarlo a algún lugar secreto donde quedara a cubierto de las investigaciones, confiando en que los frecuentes viajes de la artista harían que su ausencia no llamara la atención de nadie por algún tiempo.
»Su asesino, si es que tal asesino existió, no contaba con la extrañeza y la confusión creadas en torno al esposo de su víctima o tal vez, precisamente, esperaba desviar hacia él su culpabilidad despertando vehementes sospechas.
»El Cínife se encuentra lejos de la ciudad y parece libre de recelos. En cuanto a Lagartijo III está sufriendo prisión preventiva, según decreto del juez de instrucción.
»El sumario está abierto todavía y no sabemos si la prisión de Lagartijo será definitiva. El hecho es que el acusador parece haber llegado a conclusiones firmes y severas, y que las diligencias sumariales siguen su curso aceleradamente.
»Nos permitimos recordar que según el código de justicia criminal, si el acusado resulta responsable del asesinato podría ser condenado a la última pena, ya que concurren todas las agravantes. Sin embargo, hasta el momento presente, parece que sólo es acusado por evidencias circunstanciales que deberán ser aclaradas y debidamente substanciadas antes de calificar los hechos.
»La natural curiosidad e indignación despertada por ese asesinato, sobre todo entre las numerosas amistades de los protagonistas, nos obliga a andarnos con pies de plomo en nuestras averiguaciones, y a no dar más referencias que las justificadas por los testimonios válidos y aceptadas por las autoridades».
Acompañan a esta información grandes fotografías de la casa de Clamores, de la víctima y de su esposo.
Y la carta de Nancy añadía: «Llevo tres días sin saber realmente dónde estoy. Laury quiere marcharse y habla por teléfono cada día con Los Gazules o con el gerente del hotel de Las Palmas, donde tenemos ya todo dispuesto esperándonos. Yo he sido invitada a declarar por el juez instructor y le dije que Clamores me había advertido que se escondería, para ver cuál era la reacción de Lagartijo, percibiendo el aroma en el aire y viendo a su alrededor ropas íntimas y la carta donde el Cínife le daba una cita. Como este no se halla actualmente en la Península, el juez dio más crédito a mis palabras. Yo le dije que tenía la seguridad de que ella misma se había escondido en el baúl, ya que había estado dando vueltas en su imaginación para ver cómo podría quedarse en su piso sin que la descubriera su esposo».
Pero siempre quedan evidencias funestas como las huellas dactilares sobre la tapa del baúl, las lesiones de Clamores en la garganta y un desgarrón del ojo izquierdo, hecho, al parecer, por un fuerte arañazo. Lo peor de todo es que entre los papeles de Clamores ha sido hallada un carta de Lagartijo, escrita desde Carmona, donde le dice que si vuelve a enterarse de que anda de tournée con el Mosquito, va a darles a los dos un disgusto de órdago a la grande. No sé qué alcance pueden tener esas dos palabras en el lenguaje judicial.
Todos los indicios son contrarios al pobre Lagartijo. Yo creo que es inocente y cuando se lo dije al Cantueso él alzó los hombros y dijo:
—Todo el mundo es inosente hasta que intervienen los malos mengues.
El juez me preguntó cómo podía yo explicar que el baúl estuviera cerrado por fuera, y yo traté de explicarle lo de la grapa. El deslice de un metal sobre otro, los dos tiempos de las sílabas de la palabra misma y la onomatopeya, pero el juez dijo que eso era demasiado sofístico y casuista y me preguntó, con una curiosidad un poco impertinente, desde cuándo conocía yo a Lagartijo y cuáles habían sido mis relaciones con él. Creía que yo lo defendía con alguna razón secreta.
Yo entonces me levanté indignada y dije que me negaba a responder sin la presencia de un abogado.
¡Vamos, hombre! For heaven sake!
¿Qué era lo que el juez estaba tratando de insinuar? Yo le dije que era una mujer casada y que ni él ni nadie en el mundo dentro ni fuera de España, estaba autorizado a imaginar nada que pudiera dañar mi reputación, directa ni indirectamente.
Entonces el juez se disculpó. Menos mal.
Por otra parte, afortunadamente, aquella noche yo estaba con Laury en Alcalá de Guadaira, a donde fui para mostrarle algunos lugares donde había vivido en mis tiempos de soltera.
Pero Laury no piensa sino en sus «intuiciones atlántidas» —así las llama— y ojeando en su cuaderno secreto he hallado estas líneas:
Área de la esfera: 4 π r²
Magnetismo desarrollado por el solenoide astral en el eje de la espiral: a resolver.
El secreto depende de estas dos circunstancias. Ver si las señales de la Fuente de la Zarza, las de México y las de la Isla de Pascua tienen relación con el planteamiento de una ecuación de ese género. (Consultar con Mr. R. K. S. de El Palomar).
Luego había un triángulo dibujado, y números aquí y allá. Laury continúa sin reír, pero veo que lo sucedido le tiene sin cuidado, perdido en sus nuevos misterios. Cuando le dije que era un hombre sin sentimientos me respondió:
—Si viviera Clamores y pudiera hacer algo por ella lo haría, pero ha muerto. Todo lo que se puede hacer es enterrarla.
Y se pone a hablar de otra cosa. Pero es para conjurar esa horrible realidad infausta.
En cuanto a Lagartijo, si lo ahorcan, tal día hará un año. Eso parece pensar. Hay que conocerlo a fondo, como yo, para saber que también esa apariencia es falsa y es sólo una defensa. Odia el sentimentalismo. Y para él una expresión sentimental es un vomitivo, profesor.
Eso dice Nancy en su carta. La pobre y hermosa Nancy. Lo de Clamores me deja a mi mismo confuso y desorientado. Es como si realmente existiera una realidad que no vemos en la vida ordinaria, pero que rige secretamente nuestro destino, razón por la cual es bueno estar siempre alerta y sobreponerle a esa realidad otra que nosotros hacemos con una especie de atención fascinada y sostenida, en cada instante del día y de la noche, incluso cuando estamos dormidos y soñando. Lo que pasa es que Lagartijo dio la patada al sombrero (alegoría de la inmanencia) y se rompió el pie con la piedra que había dentro. La pobre Clamores se rompió algo más que el pie. Los dos tropezaron con lo inmanente de la realidad.
¿Tendrán razón los gitanos? Para ellos esa inmanencia debe ser la guardia civil.
Pero volvamos a la carta de Nancy: «Ahora sí que puedo decir que en mi lucha contra el misterio gitano, este me ha vencido. Y Andalucía está tan impregnada de él, que contemplo la posibilidad de continuar aquí con recelo. Más bien con miedo».
Yo diría pánico.
«Aquí hay que aprender a hacer uso de los duendes, es verdad, y yo no estoy segura de saber cómo. Parece que todos los del mundo se concentran alrededor de las catedrales y los colmados andaluces. Y si interviene el amor y se les da pie a los mengues, estos hacen estragos. Eso aquí lo sabe el que vende lotería en la calle, el que limpia los zapatos, el que baila en un colmado, el camarero que habla consigo mismo, grave y ceñudo, mientras va y viene entre las mesas, el cura que se recoge el manteo dando media revolera (así dice Soleá de Don Oselito), el marido de Soleá que vende claveles y rositas de olor cantando peteneras por lo bajini, el que se pone la cogorza debajo del paso de los doce apóstoles y el que suelta su saeta desde el ventanuco del tejado; la señora que baila el minueto, ella sola, a la luz de la luna y el Trianero que tiene una hija a quien bautizar.
»Es verdad que también trata de hacerse su realidad Laury con el área de la esfera y las señales de Fuente La Zarza. Yo no he aprendido. (Ya sé que el destino sólo puede actuar con los elementos que nosotros le damos, pero no sé cuáles son esos elementos que tengo que darle yo). Y tengo miedo, porque estoy enamorada y si no construyo mi realidad, tengo pánico porque puedo tropezar con la piedra dentro del sombrero.
»A propósito de esto, al marido de Clamores le piden cadena perpetua y el defensor ha dicho que espera, si tiene suerte, conseguir rebajarle esa sentencia a ocho años y un día.
»¿Para qué será ese día? ¿Para convocar a los mengues y evitar que le den a una el cerrojazo con la grapa?»
Pero no quiero seguir con esta última carta de Nancy. Olvida que, entre otras cosas, puede ella lanzarse a seis mil pies de altura con un paracaídas y atraer así la atención de un hombre como Laury Nancy también sabe organizarse su propia realidad, y conjurar, si a mano viene, al Baro Furco, por el lado propicio. Aunque ella no lo crea. ¿Verdad?
Baja California, 1974.