VIII

Comienza la relación de los agentes propicios

«Los gitanos —añade Nancy en su proyecto de tesis— son, como digo, sabios a su manera. Por ejemplo, la lección del garrotín no debe ser tomada en broma. Cada uno de los que ven eso de la vera-vera-vera-van son por unos instantes manuses ambivalentes, a un tiempo amigos y enemigos de los gitanos. Ellos lo saben y todo lo que piden es que les dejen aprovecharse del lado propicio de esa ambivalencia.

»Cada espectador querría ahorcarlos, pero mientras contemplan sus convulsiones en el tablado, gozan sádicamente de ellas y se sienten culpables y felices al mismo tiempo. Se sienten como si estuvieran frente al patíbulo y bajo el sortilegio del Lacha, aunque esto último no lo saben, porque no han aprendido bají. Cada uno de ellos puede convertirse —yo traduzco los nombres del calé— en un transmisor, un procura, un entablador, un pretensor, un velador, un diligente, un flaco, un gordo cerbatano (o chulo, que en sánscrito quiere decir gordo), un venero, un batidor, un solícito, un retardador, un largo, un moro conciliante o un judío tentativo. Ya se ve hasta qué punto puede ser compleja la ciencia bají. Cada uno de esos agentes se combina con otros y produce así lo que las personas expertas llaman la descojonación.

»¿Qué es lo que hacen con todo eso los gitanos?

»Nada, que digamos. Hacen su realidad, muy diferente de la nuestra, lo que revela el refinamiento de sus patrones culturales.

»Los señores del comité que conducen mi tesis no deben hacer caso de las frivolidades del libro titulado “La tesis de Nancy”. En serio, la realidad no existe, y eso lo saben bien los gitanos. Mejor que nosotros. La realidad es, por decirlo de alguna manera, un tejido siempre en formación con distintos hilos, colores y combinaciones, y ese tejido sobre el cual va resbalando la cinta de los días lo formamos nosotros con nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestros actos. A eso lo llaman los etnólogos modernos la patraña.

»La realidad exterior no existe. Se forma con una serie de embelecos adecuados a la situación del momento.

»Eso le dije yo al señor Sender, y él me replicó lo siguiente: ”En parte estoy de acuerdo con usted y con los gitanos, pero no del todo. Cualquier forma de realidad abstracta o concreta es un juego de compensaciones para que pueda permanecer. Y hay una realidad exterior e inmanente para producir la compensación”.

»—¡Pruébemelo! —le dije yo, porque suelo ser atrevida con los profesores.

»—Pues bien —me respondió él—. Supongamos que yo arrojo un sombrero al suelo y va a caer de tal forma que, estando en la posición en que suele estar cuando lo llevamos en la cabeza, ha caído encima de una piedra que llena casi toda la copa por dentro. Allí está el sombrero y yo he creado esa realidad ayudado por el sombrerero que lo fabricó, el que me ha dado el dinero para comprarlo, la sugestión tal vez de la moda o la costumbre masculina o la temporada del año y mi voluntad de arrojarlo al suelo. Todo eso lo he hecho yo. Pero usted Nancy se acerca paseando, ve el sombrero en el suelo y le da un golpe con el pie. Usted recibe una impresión de dureza y violencia y queda con su pie dolorido. Ha habido una sorpresa. ¿No le parece que esa sorpresa de la piedra dentro del sombrero justifica la existencia de una realidad inmanente?

»Yo me quedé pensativa, recordando la copla de Curro el de Triana, que decía:

En este mundo traidor

nada es verdad ni es mentira…, etc.

»Pero la verdad es que me dolía el pie.

»Yo sé que existe la fenomenología y creo en los que la cultivan y la llevan a sus últimos extremos, pero la observación de Sender, que él llama experiencia Peter Chalmers, me dejó pensativa, hasta que él mismo me sacó de dudas riendo:

»—Puede usted decir que el mundo objetivo es inorgánico, es decir, inerte. Eso sería otra cosa.

»—Inorgánico, sí; pero inerte, no.

»—Es verdad. Existe la aguja imantada que mira al norte sin saber por qué. ¿No es eso?

»—Ahora lo sabemos. Y además yo con un dedo puedo cambiar la dirección de la aguja.

»—Si sigue así llegará a decirme que puede tapar el sol con la mano.

»—¡Y puedo!».

(Como se ve, nada hay más obstinado que esos estudiantes medio leídos que escriben tesis medio lógicas y que se obstinan en lo que ellos creen haber descubierto. Einstein tiene la culpa con su tesis sobre la relatividad). «Estas últimas palabras, escritas por el profesor al margen de mi tesis —dice Nancy—, me ofenderían si no fuera porque compensan la ofensa con la alusión al glorioso genio de Einstein. A pesar de todo, yo insisto en que el mundo material es precisamente lo que no existe sino como accidente y que la permanencia está en otra parte y es otra cosa.

»Es posible que con estas palabras esté desviando mi tesis por niveles progresivamente metafísicos y que acabe en pura teosofía. Pero los gitanos vienen de tierra de teósofos y ellos mismos, sin saberlo, lo son. Comienzan por no creer en el mañana y por tanto en el progreso. Ni siquiera creen en lo que ven si no ponen en ello sus ganas de creer. En eso estoy yo de acuerdo. Podría poner muchos ejemplos, pero temo sacar la tesis de quicio o, como diría Curro, “salirme por peteneras”.

»El doctor Blacksen me ha rogado que explique, a ser posible, todos los matices que he citado en cuanto a producir elementos de facilitación por medio del garrotín o de otras danzas y cantes, cuyos agentes modifican la realidad alrededor de nosotros. Creo estar en condiciones de explicarlo de una manera satisfactoria, pero lo que sucede a veces es que los miembros del comité no se ponen de acuerdo entre sí y lo que gano por un lado lo pierdo por otro. Necesitaría yo saber embrujar a la gente como el Chaleco de Valdepeñas. Con el duende-furco.

»Lo que puedo hacer es tratar de explicar cada uno de esos matices ilustrándolos con ejemplos musicales y si fuera posible visuales. Creo que puedo conseguir pequeños films cortos de 16 milímetros acompañados de la música adecuada. Por el momento explicaré las cosas como yo creo haberlas percibido en España y por los medios a mi alcance.

»Si el garrotín produce los manuses ambivalentes, cuya ubicuidad desarticula un poco a los payos por dentro y los debilita (los gitanos quieren siempre entontecer al payo para explotarlo), las peteneras son otra cosa.

»Yo diría que las peteneras que tratan casi siempre temas lúgubres (en la canción) son un excelente duende transmisor (lo producen), porque eso de

En un cementerio entré

pisé un hueco y dio un gemío…

es algo que le llega al alma a todo el mundo. Al mismo tiempo los brazos se mueven como aspas de molino y la cadera de la mujer se insinúa hacia el lado derecho. Cuando llega la segunda parte:

… y me respondió mi madre

no me pises, hijo mío.

Cuando llegan esas palabras al que mira y la cadera de la gitana oscila hacia la izquierda y los brazos del gitano doblados a la altura del hombro parecen rígidos y suenan los pitos de un lado y del otro, la petenera produce un duende transmisor macabro. Será inútil que tratemos de eliminar la muerte del mundo de nuestras representaciones, es decir, de la pantalla anterior del intelecto. El gitano ayuda a sentirse, al que lo escucha y lo ve bailar, sabio como Séneca por el lado estoico. No hay un medio transmisor mejor que el cante y el baile y yo creo que el sabio de Córdoba debió oír cantar y tal vez ver bailar peteneras, porque todos sabemos que aconsejó a Nerón que asesinara a su propia madre.

»Y había relaciones culturales entre la Bética y Roma. Y muchos siglos antes entre Cádiz y Alejandría, donde bebían el buen vino de Jerez (Ceres). Y las almeas (bailarinas de Almería) habían bailado en Bizancio muchas veces.

»Pero volviendo a Nerón, es claro que ordenó a Séneca que se suicidara, y el filósofo tuvo que hacerlo, porque le faltó un “procura”, es decir, alguien que le madrugara a Nerón, quien sin duda quería suprimir al testigo, lo que es natural. El “procura” le habría aflojado a Nerón el nervio maestro, como dicen los calés, y habría hecho de él un mandria en manos de Séneca. Después del consejo de Séneca y de la muerte de Agripina, uno de los dos —Séneca o Nerón— estaba de más en este mundo. El duende transmisor lo sabía.

»Ganó Nerón, porque a Séneca le faltó el “procura”.

»Ese procura, según me dijo un pariente viejo de Curro que llaman el Cantueso y que ganó el concurso de cante hondo el año pasado con polos y tarantas, lo logra el gitano mejor con la bulería zapateadita al pespunte.

»Ese es el que hace, por ejemplo, que en un conflicto serio entre un sargento de la guardia civil y un choro, la cosa quede en tablas. Lo del sargento lo pongo como caso extremo, porque no suelen ir a ver bailar bulerías a los calés. Pero si eso es posible, ¿qué no sucederá entre la gente civil cuando el gitano tiene que confrontarse, sin saberlo, con un payo? Porque ya sabemos que como entidad frenética que es el gitano está siempre en el centro absoluto de lo que yo llamo la realidad delincuente. Y es natural. Con bulerías o sin ellas.

»El duende pretensor es ya otra cosa y no tiene que ver con ninguna clase de delito. Es piedra angular del edificio del brujerío. No hay embrujamiento sin pretensor, y eso lo da mejor que nada el fandanguillo. Espero poder extender mis argumentaciones ante la pantalla con mis films de 16 milímetros. El viejo Cantueso no dice pretensor, sino pretendedor, y eso es un error gramatical, pero se entiende. Y se manifiesta físicamente, mejor que nada, con el desplante de la danza. El desplante que ya hemos visto lo que es en otra de las extensas cartas que escribí desde Sevilla y que fue publicada sin mi consentimiento.

»El desprecio por todo el mundo circundante. Hay que despegarse de él, limpiarse de impurezas, aunque sea con una impureza mayor, como puede ser considerado cualquier clase de desplante. Si no es impuro se debe a que está expresado por la magia del gesto no altivo, sino solamente justiciero. No hay que olvidar que en el buen baile flamenco los brazos del hombre no suben nunca más arriba de los hombros. Por encima de los hombros el desplante yo lo llamaría desfachatez y resultaría además un poco feminoide.

»La mujer levanta los brazos por encima de la cabeza para que se vean mejor sus senos erectos. El macho que tiene su mayor atractivo en los hombros pone el brazo doblado en posición horizontal a la altura de los hombros, y estos parecen más anchos y ligerísimamente oscilantes. El encanto o charm o sortilegio comienza. Y el desplante es honrado. El gitano es honrado con otros gitanos, aunque miente deliberadamente con el mundo gentil pagano o payo.

»El fandanguillo se presta como ningún otro baile a producir un duende pretensor y una forma de armonía tal como la exige Lacha, padre del erotismo honrado. Y ahí comienza el embrujo, tal como sucedió, por ejemplo, con el vasco a quien le anticipó la muerte el Chaleco de Valdepeñas. Ese Chaleco había logrado un pretensor a través de la patrona por el lado, como digo, del Lacha. El sable desnudo del Chaleco puesto sobre la mesa era un símbolo sexual. Había estado hablando la patrona con el Chaleco cada día por la mirilla de la puerta (sin abrirla). La mirilla podría considerarse, como diría Freud, el sexo femenino, y mientras la puerta no se abría, el sexo virginal, que tanta importancia tiene en la consideración del gitano, se mantenía incólume. Un mecraliskoe rat (uno de sangre real faraónica, como se consideran todos los gitanos), si se casa con una mujer no virgen se convierte en un juggel mush (perro payo).

»Pues bien, el fandanguillo rompe el anillo salomónico por el lado del norte (porque están marcados) y deja la salud del payo a su merced. Leer bají es darse cuenta de todo eso en el debido instante. El gitano puro no necesita sino algunas veces, en casos extremos, hacer uso del fandanguillo para conseguir al pretensor. Le basta con reproducirlo en su mente. Por eso cuando Borrow habla de la mirada fija y la expresión silenciosa del Chaleco con los codos en la mesa y la cara en las manos, sabe que está transmitiéndole en silencio el temple del fandanguillo. Tener en la mente un fandanguillo mientras se mira a un extraño da a la expresión una indiferencia y desapego natural de una enorme fascinación, sólo comparable a la de las serpientes, animales monstruosos y temibles para los gitanos.

»Temibles porque a veces forman el anillo de Salomón y lo abren por el lado contrario (por el sur). Es lo que hizo el gitano con el anillo que llevaba en la mano izquierda.

»El pretensor (la patrona) ayuda al gitano a desarmar a Borrow y a su criado. Sobre todo a este, sobre quien el Chaleco concentra sin mostrarlo toda su malignidad. El pretensor le sugiere al Chaleco que el vasco ha cogido la infección en la cárcel y activa el proceso mortal.

»Un fandanguillo (aparentemente inocente) dice:

Ay, que se me va la vida,

ay que se acerca la muerte

con la mirada perdida

entre el verte y el quererte.

¡Aaaaaaaay!

Que no me lo digas

que ya me lo sé

los mengues me valgan

me valga Undivé

¡Aaaaaaayyyyy!

Ay, mi suerte

entre el verte y el quererte…

»La inocencia de la letra es lo de menos. Lo que importa es la fascinación de la música, y aunque en este caso concreto la música no se oye, el Chaleco la está escuchando, y el centro vital de el Chaleco se desplaza de la vía de relación con don Jorge, quien queda desorientado y, por decirlo así, en el aire. Ese momento de desorientación lo aprovecha el Chaleco para establecer esa vía con el criado vasco, quien, desamparado de su amo y de la patrona (fascinada por el sable desnudo), deja ver sin defensas su centro vital como un recién nacido. Y allí es donde el Chaleco lo espera. Allí es donde el Chaleco hace funcionar su duende.

»El furco quiere decir en gitano el disparo, lo mismo de un arma de fuego que de una saeta o una cerbatana. La cosa viene de hace muchos milenios cuando los elfos o criaturas pequeñísimas usaban la cerbatana para disparar sus pezuelos emplumados y envenenados contra animales o personas.

»El Chaleco disparaba su pezuelo. Pero también podía ser que al quedarse el vasco sin los agentes auxiliares inmediatos por la perplejidad de Borrow y el terror del ama, el Chaleco descubriera en el criado su raíz vital desnuda. Como el cordón umbilical.

»Cree el gitano, como muchas personas inteligentes de nuestro tiempo y también algunos médicos con imaginación, que la salud del individuo no depende de circunstancias físicas, ni químicas, ni de la temperatura de la sangre, ni de la taquicardia o lo que sea, sino de un centro vital de carácter nervioso que regula todo el organismo. Se dirá que hay infecciones y que poco puede contra ellas el agente propicio o contrario, pero incluso en esos casos si el centro vital está en orden la infección no arraiga ni se extiende. Eso creía Pepe Conde, a quien sólo pudieron matar los fusiles de los carabineros.

»Es decir, que para el gitano puro la salud viene de arriba y no de abajo, de fuera de nuestro cuerpo. Y se puede quitar por medios no físicos, sino por la acción adecuada del duende furco. Eso también lo creo yo, y si lo hubiera sabido hace diez años, viviría todavía mi abuela.

»Pero hay otras canciones o danzas que se pueden relacionar con todo esto, como iremos viendo. Lo malo es —repito— que harían falta ilustraciones musicales.

»En cuanto al furco, cuando el gitano habla de un disparo de arma de fuego dice el furcazo, que viene a ser por semántica el golpe del furco o el furgo, que es también una derivación del fuego, es decir, el golpe del fuego. Como es generalmente sabido, el fuego es todavía un misterio, y nadie, ni siquiera Einstein, puede explicarlo. Tampoco los sabios que han venido después.

»Tal vez no se pueda descubrir nunca, y en ese sentido las tribus primitivas que adoran al fuego quizá tienen razón.

»Las generaciones modernas tienen algo que aprender de las que vivieron antes. Como se ve, yo no condeno del todo a los hippies.

»La seguiriya es, en cambio, lo que llaman en la Mancha la madre del cordero. Es anterior a los gitanos y ha mantenido siempre el ritmo antiguo y la composición del llamado arte mayor (es decir, contando cada verso por pies grecorromanos y no por sílabas).

»La seguiriya es siempre benéfica y elimina y suprime la malquerencia. Lo mismo, aunque de otra manera, sucede con las sevillanas, sus hermanas mellizas. Recuerdo en un colmado a un individuo malasombra que estaba incordiando (expresión culta que implica causar ofensas menores) a una gachí, y esta en lugar de sulfurarse, lo miró serena y altiva, succionó el cigarrillo y le dijo:

»—Anda, rico, que te frían un huevo.

»Claro, se trataba de una generosidad o caridad denigrante. Pero buena falta le hacía ese huevo al individuo, flaco y desnutrido.

»Otros mandan al que los ofende no al infierno, como hacemos en América (to hell with you!), sino solamente a hacer gárgaras. ¿Se quiere algo más inocente y más gracioso?

»Es que la seguiriya produce el duende solícito, que nunca hiere al busnó poca lacha ni tampoco al mala leche (que fue alimentado de niño con leche viciada). Es la seguiriya el baile del octavón con ángel, como Currito el de Triana.

»Aquí se me produce un círculo vicioso. Si Curro no era un espécimen de calé cien por cien y su duende era el solícito de la seguiriya, ¿cómo podía romperle el brazo a Quin a distancia cuando por delega, como ellos dicen, y a través del abejorrito rubio con una ala menos, le produjo la fractura? Esto parece a primera vista contradictorio. Tal vez el agente solícito sirvió solamente como detonador para el bar o furco, que es siempre temible.

»Pero no quiero aventurar juicios sin estar del todo segura. Confieso que ese caso concreto me sume en un océano de perplejidades, como vulgarmente se dice.

»Una vorágine de perplejidades de la que sólo podría sacarme el Cantueso si lo tuviera ahora a mi lado. Pero un gitano viejo no cruza la mar por todo el oro del mundo, simplemente porque el agua es un elemento contrario (en ella los peces son, como dije, inmunes al mal de ojo) y no les gusta para beberla ni tampoco para lavarse.

»Pero me separo del tema y volveré a él por medio de la seguiriya y el duende solícito.

Las hay cultas, como la de García Lorca, cuando dice:

… el de la mula blanca,

el de la mula blanca,

el de la mula blanca, mamita mía,

es mi marío

es mi marío.

»Como se ve, no hay misterio. No hay adulterio, no hay muerte, no hay fatalidad, no hay siquiera erotismo lírico, sino por un asomo e insinuación inocentes. Es Buena Lacha.

»A todo el mundo contenta la seguiriya. El baile también.

»De ahí viene —repito— una tendencia a la simpatía por el gitano, que este frecuentemente no explota siquiera, porque aunque todos mienten con el payo, y todos tratan de engañarlo, y para eso y de eso viven, hay momentos de satisfacción cuando el calé tiene sus cinco talegas (billetes de mil) en el forro del zamarrón de piel de oveja y siente alguna clase de gratitud, que no disimula.

»Porque la risa del gitano no es siempre de burla. La hay también inocente. De otro modo no podría vivir, digo yo.

»Un ejemplo de seguiriya corta es el siguiente, de cuya inocencia es fácil darse cuenta:

Vayamos poco a poco

moreno mío

porque los dos vengamos

a un tiempo mismo.

No te apresures

que el camino es gustoso

y el final dulce.

»La seguiriya nunca tiene alusiones eróticas directas ni indirectas. Si en la de Lorca se habla de un marido y de cuatro muleros, en esta de dos amantes que van inocentemente por un camino.

»El duende en este caso lo sería para bien de todos, aunque parezca extraño. No hay duende furco. En el peor caso, pongamos que un gitano va con dos amigos por la carretera y lleva un cerdito robado al hombro. Aparecen los carpinteros (guardias civiles) y le dicen:

»—¿Qué cerdo es ese? ¿De dónde lo ha sacado?

»El gitano se hace el extrañado, empujando al animal fuera de sus hombros, lo echa de sí diciendo:

»—¡Quítate de ahí, hombre! ¡Vaya una ocurrencia saltarme al hombro!

»Y se lo sacude como si fuera una abeja u otro insecto. Los otros dos gitanos ríen y juran que en su vida han visto cosa igual y que los cerditos de Trebujena son brincadores.

»Uno de ellos tararea una seguiriya entre dientes.

»La risa de los gitanos se contagia tal vez a alguno de los guardias y todos ven correr chillando al cerdito feliz y en libertad. Esos agentes son los que propicia la seguiriya en el tablao o en la mente.

»Si en lugar de un cerdo es un cordero, dice el gitano que va al pueblo de al lado a una procesión y que lleva el cordero pascual por orden del señor cura, porque todos son gente honrá, mejorando lo presente.

»La seguiriya siempre sugiere cosas alegres y suele ir ligada al abuso de la manzanilla. Así, Oselito el de Triana, según me contó Curro, llegó a la puerta de una taberna con un carro y dos mulas, y mientras estaba bebiendo y jugando a atrapar la castaña, como suelen en las tabernas, alguien le robó las dos mulas y dejó el carro frente a la puerta. Poco después, cuando Oselito salía y vio lo sucedido, se quedó dudando un momento, y como estaba intoxicado de manzanilla, dijo por fin, hablando consigo mismo:

»—Mira, amigo, si tú eres Oselito el de Triana, te han robado dos mulas, y si no eres Oselito el de Triana, te has encontrado un carro.

»Ese es el espíritu de la seguiriya.

»No todo ha de ser miseria entre los gitanos. Con la seguiriya reúnen a veces a los duendes güenos para construir su realidad tan diferente de la nuestra, es decir, de la gente que llamamos civilizada, y que por eso no es más feliz.

»Porque al fin, ¿qué es la civilización? Simplemente la manera de vivir en común las gentes de ciudad. La ley o la costumbre de la ciudad. Civitas. Pero hay también una manera de vivir fuera de la ciudad, y ha habido muchos pueblos trashumantes y nómadas de los que han nacido escuelas filosóficas y naciones ilustres. Y no digo más, vaya. Una de esas escuelas se llama la manganeta y viene de la más remota antigüedad. Yo creo que alcanza los tiempos de Diógenes el cínico.

»Me refiero al de la linterna famosa, que fue tal vez el primero de los alumbrados cuyas ideas paganas afloraron mucho más tarde entre los alumbrados (secta castellana) perseguidos por la Inquisición. (Nota al pie con referencia al proceso de los Cazalla).

»Ese primero de los alumbrados se convirtió tal vez por sinécdoque (a la que están acostumbrados los gitanos) en primo. De ahí viene el primo alumbrado, que no es necesariamente un pariente consanguíneo y que se hallaba frecuentemente entre las relaciones de Currito en Sevilla. Porque la relación entre la Itálica andaluza y Roma y Grecia fue constante desde los más remotos tiempos. (Revisar lo de la linterna y los primos alumbrados, sobre lo que no estoy muy segura).