Perspectivas históricas
Sigue la tesis de Nancy en los siguientes términos:
«El nombre gitano es deprecatorio y no se usa entre ellos porque lo consideran como insultante. Se llaman entre sí calés, que es el subfijo de Zingalé en plural: galés, o calés, que quiere decir oscuro de piel. Sobre la fecha de llegada de los gitanos a España hay varias y diferentes versiones. Un autor francés (Hervás, “Catálogo de las lenguas”, vol. III, pág. 306) ha dejado la siguiente descripción histórico-impresionista digna del mayor crédito: El 17 de abril de 1427 aparecieron en París veinte peregrinos penitentes de Egipto, arrojados de allí por los sarracenos. Traían en su compañía otras ciento veinte personas. Se instalaron todos en el barrio de La Chapelle, adonde acudía la gente a verlos. Todos tenían las orejas horadadas y de ellas colgaban grandes aros de plata. Sus cabellos eran negrísimos y ondulados. Otros los tenían crespos del todo. Sus mujeres estaban sucias y harapientas y eran brujas que adivinaban el pasado y decían la buena ventura.
»Cuando los franceses vieron que detrás de aquellos “peregrinos” llegaban otros muchos que se dedicaban al choriceo, es decir, a sustraer a los demás sus legítimas ganancias, la gente comprendió que eran personas enemigas de la sociedad y la reacción fue terrible. Allí donde hallaban un gitano lo ahorcaban y a sus niños los castraban para que no tuvieran descendencia. A unos por sucios y a otros por ladrones, todos los odiaban. Sin embargo, la cosa es relativa. Yo he conocido en los Estados Unidos mujeres que se bañaban todos los días y que eran más sucias que las ratas, más venenosas que los escorpiones y más traicioneras que los reptiles. En cuanto al hurto, mucho habría que hablar, porque ¿qué hacen los banqueros en sus consorcios financieros de Wall Street? (Con esto no quiero establecer malentendidos, no comparto los errores fatalistas de los comunistas o los musulmanes, que tan bien parecen entenderse en nuestros tiempos).
»Así, pues, los gitanos maldecían a Francia y salían huyendo hacia España. Decían que Francia les daba mal bajío. Algunos tratadistas han entendido mal esta expresión. Creían que venía de mal vaho, es decir, aliento fuerte y maloliente, cosa ordinaria en aquellos tiempos en que se comía mucho ajo y cebolla, antes del descubrimiento de América, que trajo la patata y el tomate. Pero el mal bajío era solamente la dificultad para hacer uso del duende, porque les faltaba el mediador injerente y no podían leer bají, como más adelante trataré de explicar.
»En Francia, por ejemplo, Curro no habría podido herir el brazo izquierdo de Quin, aunque le hubiera arrancado un ala al abejorro. Pero estoy tratando de evitar las divagaciones y deseo volver a hablar de la llegada de los gitanos a España.
»Ciertamente que los franceses tenían razón para defenderse de los gitanos, pero no ahorcándolos en los árboles de los caminos, que, sucios o limpios, los calés eran seres humanos. Y yo he conocido entre ellos verdaderos hombres honestos y aun yo diría santos, si no sospechara que al inclinarse y besar la mano del prelado le robarían el anillo episcopal. Pero eso no lo pueden evitar. Es un hábito heredado por muchas generaciones y se ha convertido en una segunda naturaleza. Todo hay que considerarlo. Por esa razón algunos de sus hurtos se pueden disculpar.
»Además, ¿para qué sirve una sortija? En España la palabra sortija tiene un origen más antiguo que anillo. Sortija viene del brujerío blanco del rey Salomón (misterios del círculo sagrado). De ahí viene sortilegio. Anillo es el diminutivo cuyo positivo no me atrevo a escribir por pudor, pero que los señores profesores del comité comprenderán fácilmente.
»Los gitanos son especialmente aficionados a las sortijas porque han heredado no poca de la sabiduría del rey semítico, basada casi siempre en las virtudes mágicas del círculo. Pero insisto en que no debo separarme de la línea que me he propuesto, para mantener la tesis en la debida dirección.
»Cuando los gitanos llegaron a España fueron informándose rápidamente de las condiciones del país. Pocos pueblos han sido más hábiles para descubrir y calcular los bienes de la naturaleza y de los moradores de las provincias cercanas o lejanas. No tardaron los gitanos en darse cuenta de que en Galicia había poco que comer y mal repartido. En esos lugares la gente es sagaz y cicatera y no se deja engañar fácilmente. Poco pan y muchos galeones donde remar.
»En Asturias había más riqueza, pero cerca estaban también los puertos con los galeones, adonde enviaban a los gitanos por cualquier futesa, encadenados por toda su vida, y por otra parte estaban tierra adentro las minas, donde había que trabajar a lomo febril (así se dice) y donde la vida era miserable y corta. En Aragón no pudieron hacer gran cosa, porque si bien los campesinos son bondadosos y en todos los pueblos les daban grandes somantas (creo que son mantas usadas), no creían una palabra de lo que decían. Así, pues, no lograban nunca tener el mediador para poder hacer uso de sus brujeríos, sin los cuales no pueden prosperar. Lo que decimos de Aragón se puede aplicar a Cataluña, que entonces formaban un solo reino, con la agravante de que en Cataluña nadie quería que le dijeran la buena fortuna ni les daban moneda de plata alguna para hacer la cruz en la mano. Trabajo lo había, y no sólo en los galeones ni en las minas, sino en la superficie productiva de los talleres, pero había que entrar en las hermandades y trabajar también. Eso es malange.
»Los gitanos se fueron hacia Valencia y Murcia, tierra de riqueza natural y de inclinación supersticiosa. Allí fue donde los gitanos comenzaron a encontrar mediadores y a usar su magia, que yo no llamaría magia negra, aunque tampoco es la magia blanca de Salomón, sino otra intermedia que participa de las dos y que podríamos llamar hechicería gris.
»Esta situación de los gitanos en Valencia y Murcia no habría de durar muchos años, porque cuando los Reyes Católicos liberaron Granada, corrieron los gitanos en grandes masas a Jaén, Sevilla y Granada, y allí se encuentran todavía muy a su sabor. Porque entre la masa humana que habitaba aquellos reinos quedaron muchos árabes y mozárabes que, como se sabe, son muy supersticiosos. Y como los moriscos no se atrevían a insultar ni a maltratar a los gitanos porque ya no tenían el poder político, debían tolerarlos como vecinos.
»Es decir, como merodeadores, porque el gitano rara vez tiene domicilio fijo, como dije. El entrar en un censo es censurable y el catastro catastrófico, etimológicamente hablando.
»Y eso los americanos que pagamos income taxes lo comprendemos muy bien. La verdad es que los andaluces son gente aristocrática, de entre la cual salieron los más grandes emperadores romanos, y hoy todavía aman a las gentes de placer, y cuando vieron que los gitanos bailaban y cantaban y al hombre corriente de la calle lo llaman señor y al señor lo llamaban marqués y al marqués emperador y al soldado capitán y al teniente lo llamaban general y al cura de misa y olla (expresión que quiere decir que el cura es tan pobre que sólo tiene una cacerola en su casa), a ese cura le decían señor cardenal, cuando vieron todas esas cosas comenzaron a reír. Y los gitanos saben que cuando hacen reír tienen ya el mediador trabajando para ellos en el campo de las artes fraudulentas.
»Pero esto requiere un estudio más profundo y será tratado aparte en los capítulos destinados al brujerío. Por ahora, y volviendo al aspecto histórico, debo añadir que también la razón de que prefirieran Andalucía se debe a que es país de valles fértiles y ricos y también de montañas altas y escarpadas, a cuyas cuevas y alturas podían huir para evitar la justicia y salvar la vida cuando la suerte les era contraria, es decir, cuando era imposible hacer uso del duende.
»Así las cuevas de Granada se han mantenido hasta hoy y son actualmente fuentes de ingreso para el turismo. Las mujeres ganan parné bailando danzas muy sexuales, aunque en sus costumbres privadas son increíblemente honestas, y sobre todo fieles a sus maridos. Y los hombres tocando la guitarra, cantando, algunos bailando también y la mayor parte chalaneando en los mercados con burros, mulos y caballos.
»Chalán es el nombre gitano. Y el castellano tratantes. Y tienen su lenguaje secreto para entenderse entre sí en las ferias, con el fin no muy plausible de engañar al payo comprador.
»Una vez instalados en Andalucía, se propusieron quedarse allí, y la consideran su tierra, con la excepción de Córdoba, donde, como antes dije, ahorcaron al primer gitano, sin que pudieran salvarlo ni el dinero que entre todos lograron recoger ni sus sabias hechicerías. Cuando digo sabias lo digo estableciendo un acuerdo con el lector del tipo más pasivo, porque yo misma fui sin saberlo instrumento de la nigromancia calé.
»Como decía, en Córdoba ahorcaron a un gitano que se llamaba Saturnino Reyes, por cierto, pariente ancestral muy lejano de Curro, como lo eran también los “verracos”, según dije ya en una carta que fue publicada sin mi permisión.
»Una vez en Andalucía los gitanos se dedicaban a herreros, a fabricar cestas y canastas, a disfrazar joyas y a pintar caballos robados, a esquilar mulas al estilo mudéjar y a otras actividades.
»También había celestinas y hacedoras de virgos, que quiere decir remendadoras de hímenes deteriorados por el uso. Porque el himen es una superstición no sólo gitana, sino que abarca todas las provincias españolas y sus antiguas colonias. Es algo que en nuestro país no pueden comprender por mucho que les explico, aunque el himen se encuentra también en América al parecer en algunos fetos del sexo femenino. Muchas novias se lo hacen quitar en una pequeña operación por creerlo antihigiénico.
»Es difícil de entender, pero en España las mujeres no hacen el amor hasta que se casan. De ahí la necesidad de una especie de libertinaje casto en el que los adolescentes son expertos. Y no es de ahora. A las muchachas que lo usaban ya en el siglo XVII Quevedo las llamaba putidoncellas. Todo para defender la virginidad.
»Yo también me pregunto a veces: ¿qué tiene que ver una ligerísima membrana con las pasiones volcánicas de los enamorados andaluces?
»Creo poder probar que es una superstición gitana, porque en eso los calés son los más intransigentes. También en eso yo actué sin saberlo como objeto de mal bajío, pero tuve al menos un duende en mi favor.
»Los autores no están de acuerdo sobre el origen étnico de los gitanos. Ellos creen que vienen de Egipto, y muchos se llaman faraones y faraonas. Pero emplean bastantes palabras sánscritas, como dije, y esto abre nuevas vías a la investigación.
»Su historial es rico en incidentes.
»Se acusa a los gitanos de haber embrujado a Carlos II, como es sabido, hombre de pocos recursos intelectuales y casi idiota. Le llaman en la historia el hechizado, y realmente los gitanos usaron de todas sus habilidades, incluidas las más secretas, para acabar con él. La consecuencia más notoria fue al parecer su esterilidad.
»Por una ley del 20 de noviembre de 1692, Carlos II les prohíbe vivir en aldeas de menos de mil cabezas de familia (de más de mil fuegos, se solía decir), y tres años más tarde el mismo monarca publicaba otra ley de una severidad especial. El artículo 4 decía que les estaba prohibida toda actividad que no fuera la del cultivo del campo. ¡Perversa intención para los calés!
»Se les prohibía severamente cualquier otro ejercicio, especialmente el de herreros y caldereros.
»El artículo 5 les prohibía tener consigo caballos o yeguas y dedicarse a su cría y venta o cambio. Sólo se les permitía tener alguna mula para el trabajo agrícola.
»El artículo 6 les castigaba con seis años en galeras (gurapas, decían los calés) si se les atrapaba fuera de los lugares confinados.
»En los artículos siguientes las penas eran más severas. En caso de reincidencia se podía disparar sobre ellos sin aviso. Por otra parte, el hecho de que un gitano llevara un arma de fuego era delito que merecía la muerte. También los cuchillos les eran prohibidos y tenían que recluirse en algún oficio, como el de esquilar mulos, para poder llevar con ese pretexto grandes tijeras que llamaban cachas y con las que ocasionalmente se defendían o atacaban. Con ellas podían cortar la nariz o cualquier otro apéndice al payo más bravo del mundo.
»Se puede suponer lo que los gitanos pensaban de ese monarca, pero lo más curioso es que lograron que todos los españoles coincidieran con los gitanos en sus opiniones. Gracias al duende multiplicado por siete, con nombres diversos en bají, que yo traduciré al español cuando llegue el caso.
Ampliaré este capítulo sobre la historia de los gitanos, pero será por vía lingüística más que documental, porque no se conocen documentos escritos entre los calés. Permítaseme recurrir ahora al testimonio siempre respetable del profesor Hervás, y esta vez no precisamente por sus aciertos, sino por sus errores. Dice dicho profesor tan celebrado en el mundo por sus conocimientos gitanescos: a) El idioma gitano, en un corto período de tiempo desde que los calés llegaron a España, se corrompió hasta desaparecer por su mezcla con la germanía de los ladrones, payos y otras clases de gentes de conducta reprochable. b) Los gitanos, con la idea de sustituir la pérdida de sus propias palabras genuinas, inventaron algunas nuevas y modificaron otras del español, c) Los gitanos de hoy en España hablan solamente un dialecto aprendido de los ladrones profesionales para ayudarse con el secreto y el sobreentendido en los hurtos.
»Ninguna de estas tres aserciones puede ser aceptada, y mucho lamento tener que discrepar de tan distinguido profesor, pero, por ejemplo en un romance de hidalgo hay una serie de palabras de la jerga de los ladrones que nada tiene que ver con los gitanos, quienes usan fonemas completamente diferentes. Por excepción, hay un verbo gitano: sornar por dormir. Véase el ejemplo al que me refiero:
A la cama llama blanda
donde sornan en poblado,
a la frazada vellosa
que mucho vello ha criado,
dice a la sábana alba
porque es alba en sumo grado.
A la camisa carona,
al jubón llama apretado;
dice al sayo tapador
porque le lleva tapado,
llama a los zapatos duros
que las piedras van pisando,
a la capa llama nube,
ice al sombrero texado,
respeto llama a la espada,
que por ella es respetado…
»Todas esas expresiones son de los ladrones profesionales y no de los gitanos. Por el contrario, esos ladrones han tomado de los gitanos algunas expresiones, como decía más arriba. Los gitanos de hoy mismo a lo blanco no lo llaman albo ni alba, sino parna (de donde viene parné, es decir, plata, como cuando dicen en castellano “no lleva blanca”). Y cuando es oro dicen sonacay. Incluso la palabra cholla para cabeza la usan los ladrones para decir cabeza y la han tomado prestada de los calés, que tienen para ella dos nombres, ese y jeró. La primera tal vez del sánscrito.
»Otros ejemplos como ese podrían ser referidos.
»He aquí una lista de palabras para las cuales los ladrones tienen otros nombres que no se refieren en absoluto al calé:
Español | Gitano |
Hueso | Cocal |
Ciudad | Foros |
Día | Chibes |
Beber | Piyar |
Oreja | Can |
Ojo | Aquia |
Pluma | Porumia |
Fuego | Yaque |
Pescado | Macho |
Pie | Piro, pindro o pinrel |
Oro | Sonacay |
Grande | Baro |
Pelo | Bal |
Cabeza | Jeró, cholla |
Casa | Quer |
Marido | Ron |
Rayo | Malunó |
Amar | Camelar |
Hombre | Manus |
Leche | Chuti |
Montaña | Bur |
Boca | Muy |
Nombre | Nao |
Noche | Rachi |
Nariz | Naqui |
Viejo | Puro |
Rojo | Lalo |
Sal | Lon |
Cantar | Gilyabar |
Sol | Car |
Ladrón | Choro |
Lengua | Chipe |
Verdad | Chipen |
Diente | Dani |
Arbol | Caste |
Agua | Pañi |
Viento | Barban |
»El romance de hidalgo al que me refería antes parece escrito en tiempos de Guzmán de Alfarache y muchos de sus términos se usan hoy todavía entre la gente del hampa.
»Al revés de lo que dice Hervás, son los ladrones los que han tomado palabras del gitano, como por ejemplo estaripén a la cárcel y talega a la cifra de mil cuando se trata de pesetas, y carpanta al buen apetito.
»A veces se nos presentan problemas arriesgados, pero el rigor científico nos obliga a afrontarlos sin falso pudor. Así, por ejemplo, el positivo de anillo, como antes decía, tiene su equivalente culta castellana en la palabra culo. Los gitanos lo llaman beo, que se pronuncia igual que el presente indicativo del verbo ver, ya que la bilabial B no se distingue de la fricativa V en la pronunciación castellana.
»En el lenguaje de los ladrones y golfos (así se llama a los hombres de costumbres poco cultivadas) al culo se le llama el pandero, y de ahí la frase coloquial: sacudir el pandero, que quiere decir el movimiento usual en la llamada danza del vientre entre árabes y moriscos de Granada, que todavía se practica en el Albaicín.
»Otro término que los ladrones, los palafreneros del siglo pasado y los chulos de hetairas han tomado de los calés es la palabra gachó y el femenino gachí. Por cierto que el primero suele llevar un harpa, aunque yo debo confesar honestamente que no he visto ninguno con ella, hasta ahora.