En 1910, el general de brigada Henry Wilson, por entonces comandante de la escuela militar del Ejército Británico, defendió la probabilidad de que estallase una guerra en Europa y sostuvo que, para Gran Bretaña, la única opción prudente era aliarse con Francia en contra de los alemanes. Un estudiante se aventuró a discutírselo, alegando que solo «una estupidez inconcebible por parte de los hombres de estado» podría precipitar una conflagración general. Wilson le respondió con sorna: «¡Ja, ja, ja! ¡Una estupidez inconcebible es precisamente lo que se va a encontrar!»[1].
«Nos estamos preparando para entrar en un largo túnel, lleno de sangre y oscuridad». André Gide, 28 de julio de 1914[2].
El 16 de agosto, un funcionario del ministerio ruso de Asuntos Exteriores le dijo al agregado militar británico, en tono de broma: «Ustedes, los militares, tendrían que estar muy satisfechos de que les hayamos preparado una guerra tan bonita». El oficial respondió: «Mejor esperemos a ver si, después de todo, será una guerra tan bonita»[3].