Oscuridad. Silencio. Luego una voz en el vacío: ¿Kirana? ¿Estás ahí? ¿Kuo? ¿Kyu? ¿Kenpo?
Qué.
¿Estás ahí?
Aquí estoy.
Estamos otra vez en el Bardo.
No existe tal cosa.
Sí que existe. Aquí estamos. No puedes negarlo. Seguimos regresando.
(Oscuridad, silencio. Negativa al habla.)
Vamos, no puedes negarlo. Seguimos regresando. Seguimos saliendo una y otra vez. Todos lo hacen. Eso es el dharma. Seguimos intentándolo. Seguimos progresando.
Un ruido como el rugido de un tigre.
¡Pero si es así! Aquí está Idelba, y Piali, y hasta madame Sururi.
Entonces ella tenía razón.
Sí.
Ridículo.
No obstante, aquí estamos. Aquí para ser enviados allí de nuevo, enviados allí otra vez juntos, nuestro pequeño jati. No sé qué haría yo sin vosotros. Creo que la soledad me mataría.
De todos modos ya estás muerta.
Sí, pero así es menos solitario. Y estamos cambiando las cosas. ¡Sí que lo estamos haciendo! ¡Mira lo que ha ocurrido! ¡No puedes negarlo!
Se hicieron cosas. No ha sido tanto.
Por supuesto. Tú misma lo has dicho, tenemos miles de vidas de trabajo por hacer. Pero está funcionando.
No generalices. Todo podría desaparecer.
Por supuesto. Pero regresamos, para volver a intentarlo. Cada generación hace su lucha. Unas cuantas vueltas más a la rueda. Vamos; regresemos con un deseo. ¡Volvamos a saltar a la palestra!
Como si uno pudiera negarse.
Oh, vamos. No lo harías aunque pudieras. Allí abajo siempre eres la que indica el camino que se debe seguir, siempre estás preparada para la lucha.
… estoy cansada. No sé cómo puedes insistir una y otra vez. Tú también me cansas. Tanta esperanza a pesar de la calamidad. A veces creo que deberías ser más marcada por ella. A veces creo que soy yo quien tiene que hacerse cargo de todo.
Vamos. Volverás a ser la misma de antes cuando todo esté otra vez en marcha. Idelba, Piali, madame Sururi, ¿estáis listos?
Estamos listos.
¿Kirana?
… está bien. Una vez más.