De: el Capitán.
A: todos los miembros de la tripulación.
CRONOLOGÍA
Dada la enorme e innecesaria confusión que se ha producido a este respecto, quiero especificar lo siguiente:
1. Todos los registros y horarios de la Nave se mantendrán en Tiempo Terrestre (corregido por los efectos de la relatividad) hasta el fin del viaje. Todos los relojes y sistemas de programación del tiempo a bordo de la nave continuarán rigiéndose por TT.
2. Por motivos de comodidad, los miembros de la tripulación que desciendan a Thalassa usarán el Tiempo Lassano (TL) cuando sea preciso, pero mantendrán todos los registros en TT, con el TL entre paréntesis.
3. Les recuerdo que:
La duración del Día Solar Medio de Thalassa es de 29,4325 horas TT. Hay 313,1561 días thalassanos en el Año Sideral Thalassano, el cual se divide en 11 meses de 28 días. Enero se omite en el calendario, y los cinco días sobrantes para sumar el total de 313 siguen de manera inmediata al último día (el 28) de diciembre. Cada seis años hay un año bisiesto, pero no habrá ninguno durante nuestra estancia.
4. Dado que el día thalassano es un 22% más largo que el de la Tierra, y que el número de dichos días en el año es un 14% más corto, la duración real del año thalassano es un 5% más largo que el terrestre. Como pueden ver todos ustedes, esto tiene una ventaja práctica en lo que respecta a los cumpleaños. La edad cronológica significa casi lo mismo en Thalassa y en la Tierra. Un thalassano de 20 años ha vivido tanto tiempo como un terrícola de 21. El calendario thalassano empieza con el Primer Aterrizaje, que ocurrió en 3109 TT. El presente año es 718 TL o 754 años terrestres más.
5. Finalmente, y podemos dar las gracias por ello, sólo hay una Franja Horaria en Thalassa por la que preocuparnos.
SIRDAR BEY (Capitán)
3863 02 27 21 30 TT
718 00 02 15 00 TL
—¡Quién habría dicho que algo tan simple podía ser tan complicado! —rió Mirissa tras haber examinado el impreso colgado en el panel de anuncios de Terra Nova—. Supongo que éste es uno de los famosos Rayos B. ¿Qué clase de persona es el capitán? Nunca he tenido la oportunidad de conversar con él.
—No es fácil conocerle —respondió Moses Kaldor—. No creo haber hablado en privado con él más de una docena de veces. Y es el único hombre de la nave a quien todos llaman «señor»… siempre. Excepto tal vez el segundo comandante Malina, cuando están a solas… Por cierto, esa nota no es un auténtico Rayo B: es demasiado técnica. Deben de haberla redactado el Oficial Científico Varley o el Secretario LeRoy. El capitán Bey posee una notable comprensión de los principios de la ingeniería, mucha más que yo, pero ante todo es un administrativo. Y en ocasiones, cuando tiene que serlo, comandante en jefe.
—Yo detestaría tener su responsabilidad.
—Es una labor que alguien tiene que hacer. Los problemas rutinarios, generalmente, pueden resolverse consultando a los oficiales más antiguos y los bancos de memoria de los ordenadores. Sin embargo, a veces una decisión debe tomarla un solo individuo, que tenga la autoridad necesaria para hacerla cumplir. Por eso es necesario un capitán. Un comité no puede dirigir una nave… al menos, no en todo momento.
—Creo que así es como gobernamos Thalassa. ¿Se imagina el presidente Farradine como capitán de algo?
—Estos melocotones son deliciosos —dijo Kaldor, diplomáticamente, sirviéndose otro, aunque sabía muy bien que habían sido preparados para Loren—. Pero ustedes han tenido suerte; ¡no han tenido una crisis auténtica en setecientos años! ¿No dijo una vez uno de ustedes: «Thalassa no tiene historia, sólo estadística»?
—¡Oh, eso no es cierto! ¿Qué me dice del Monte Krakan?
—Eso fue un desastre natural… y no de los más graves. Me refiero a… crisis políticas: agitación social, cosas así.
—Podemos agradecérselo a la Tierra. Ustedes nos dieron una Constitución Jefferson Tipo Tres (alguien lo denominó «utopía en dos megabytes») que ha funcionado asombrosamente bien. El programa no ha sido modificado en trescientos años. Todavía vamos por la Sexta enmienda.
—Y ojalá siga así —dijo Kaldor con fervor—. No me gustaría pensar que fuimos responsables de la séptima.
—Si eso sucede, será procesada ante los bancos de memoria de los archivos. ¿Cuándo volverá a visitarnos? ¡Hay tantas cosas que quiero enseñarle!
—No tantas como las que yo quiero ver. Debe de tener usted muchas cosas que nos serán útiles en Sagan Dos, aunque sea una clase de mundo muy distinto.
«Y mucho menos atractivo», añadió Kaldor para sus adentros.
Mientras hablaban, Loren había llegado sin hacer ruido al área de recepción, obviamente de camino de la sala de juego a las duchas. Vestía un diminuto pantalón corto y llevaba una toalla sobre los hombros desnudos. A Mirissa comenzaron a temblarle las piernas al verle…
—Supongo que les has ganado a todos, como siempre —dijo Kaldor—. ¿No resulta algo aburrido?
Loren sonrió ligeramente.
—Algunos de los thalassanos jóvenes son prometedores. Uno quedaba sólo a tres puntos de mí. Naturalmente yo jugaba con la mano izquierda.
—En el caso muy improbable de que Loren no se lo haya dicho todavía —le comentó Kaldor a Mirissa—, en otro tiempo fue campeón de tenis de mesa en la Tierra.
—No exageres, Moses. Sólo fui el quinto… y al final los niveles eran miserablemente bajos. Cualquier jugador chino del Tercer Milenio me habría pulverizado.
—No creo que se te haya ocurrido enseñarle a Brant —dijo Kaldor con malicia—. Podría ser interesante.
Hubo un breve silencio. Loren respondió, con presunción pero con toda la razón:
—No sería justo.
—De hecho —dijo Mirissa—, a Brant le gustaría enseñarle algo a usted.
—¿Ah, sí?
—Usted me dijo que nunca había estado en una embarcación.
—Es cierto.
—Entonces está invitado a unirse a Brant y Kumar en el muelle tres… mañana, a las ocho y media de la mañana.
Loren se volvió hacia Kaldor.
—¿Crees que estaré seguro si voy? —preguntó con falsa seriedad—. No sé nadar.
—Yo no me preocuparía —contestó Kaldor, solícito—. Si tiene intención de traerte de vuelta, no importará lo más mínimo.