Nota final

En una oportunidad, Isabella di Bravante le repitió a su hijo un viejo proverbio italiano: “El amor hace pasar el tiempo. El tiempo hace pasar el amor”.

De pie, junto a la horda del barco que lo alejaba de su esposa, con la vista nublada fija en la inmensidad del Océano Atlántico, Roger Blackraven se preguntó si aquellas palabras probarían su certeza. “El amor no es eterno”, se burlaba su alma incrédula, “tarde o temprano, morirá”. “Si muere”, replicó su corazón, “es porque nunca fue amor”. Y de pronto Roger supo que su historia con Melody aún no había terminado.

FIN DE LA PRIMERA PARTE