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TARDÓ MUCHO en subir las escaleras. A Nina le pesaban las piernas, y le dolían, y al llegar al rellano del primer piso no le quedó más remedio que hacer un alto para recuperar fuerzas y poder subir los últimos peldaños. Finalmente logró abrir la puerta de casa y entrar. Después se quedó en el pasillo tambaleándose y decidiendo qué hacer.

Dejar en el taller al pequeño enfermo y a los demás niños era demasiado peligroso. Le habría gustado poder llevarlos a todos a que los examinaran en el hospital, pero estaba visto que su capacidad de convicción, por desgracia, había sido insuficiente; un estupendo cardenal en el dorso de la mano se lo recordaba. Para sacar al niño de allí haría falta la ayuda de los servicios sociales y la Policía. Ya no podía permitirse pensar en lo que eso implicaría para los padres y su permanencia en Dinamarca.

Marcó el número de Magnus con la sensación de tener ositos de goma gigantes en lugar de dedos. Parecía tan tranquilo y atareado como siempre. Aunque eran las 22.10 seguía en Kulhus, esperando la llegada de una ambulancia que había solicitado para transportar a uno de los ancianos del campamento. Lo de Valby, evidentemente, no iba a sorprenderlo.

—Puedes llamar a uno de los pediatras del Rigshospital —sugirió—. Tienen todos los contactos del mundo para este tipo de casos, normalmente se encargan de ir a buscar a los niños maltratados por sus padres. Saben lo que hacen.

Nina suspiró. Joder, no era lo mismo. Magnus guardó silencio.

—Pero ¿tú estás bien?

No acababa de entender cómo lo hacía, pero su jefe tenía una especie de sexto sentido para las enfermedades. Como si las detectara de oído, incluso por teléfono y vía satélite.

—Bien del todo no estoy —admitió Nina mientras se sentaba en una esquina del sofá.

Alguien le dijo algo a Magnus; por lo visto, al fin habían llegado los de la ambulancia. Apoyada en la mesita del sofá, esperó a que el médico los dirigiera por el pasillo.

—De acuerdo —dijo cuando volvió a ponerse al aparato—. Vamos a hacer una cosa. Ven aquí. Pide un taxi. Va a haber que echarte un vistazo a ti también.

Nina sonrió débilmente.

—Antes tengo que ocuparme del ingreso del niño.

El médico soltó un bufido.

—Escucha, yo me ocupo de los niños de Valby, pero con la condición de que tú vengas. Ya. Además…

Jadeaba un poco al hablar y Nina supuso que iría de camino hacia la clínica.

—… cuanto antes te hagamos pruebas, antes averiguaremos lo que les pasa a los niños. A los de servicios sociales a veces les pesa un poco el culo, así que aún pueden tardar varias horas en sacarlos del taller. Tú también estás enferma. ¿Por qué no empezar contigo? Si seguro que tenéis lo mismo, demonios.

—Eso solo lo dices para que deje de meter bulla —protestó Nina— y no te moleste más.

La cálida risa cantarina de Magnus retumbó en el auricular.

—Es posible —admitió—, pero ¿a que tengo razón?

No pidió ningún taxi. A fin de cuentas, tampoco era una inútil, aunque hacer que arrancara el coche le pareció sorprendentemente difícil.

Le fallaban las fuerzas y le temblaban las manos. Para su enojo, tras dos intentonas fallidas no le quedó más remedio que apoyarlas en los muslos, respirar hondo y volver a probar. Esta vez la llave giró en el contacto y el motor se puso en marcha. Coño, maldijo en voz baja con una mezcla de alivio y frustración. Permaneció inmóvil varios segundos intentando controlar su propio cuerpo antes de meter la marcha atrás para salir a la calzada. Funcionó. Antes de torcer por Jagtvej, echó un vistazo por el retrovisor y alcanzó a ver en un destello el cuerpo de una chica larguirucha montada en una bici de señora. Luego desapareció de su campo visual. ¿Ida? Intentó volver la cabeza para confirmar si era ella, pero el brusco movimiento le hizo ver las estrellas y desistió. No, claro que no, Ida estaba en casa de Anna.

De pronto se sintió miserablemente sola. Sus pensamientos empezaron a revolotear en la oscuridad que la envolvía. Podía verlos. Anton, Ida, Morten y ella misma convertidos en diminutas luciérnagas en medio de la negra inmensidad, alejándose cada una en una dirección.