«Ella»

Mantuve una relación más sexual que amorosa con un joven rubio bastante desequilibrado. De vez en cuando, tenía con él relaciones masoquistas. Una debilidad más de MARIANNE.

Aunque yo intentaba deshacerme del rubio teutón, él reaparecía siempre de noche, cuando me hallaba a solas frente a la desbordante lubricidad de la Cosa. No tardé en darme cuenta de que en su vida había otra mujer. Le pedí que me la presentara.

Esa misma noche cenamos en La Coupole «Ella», yo y él. A él le entusiasmaba la idea de ver realizado el sueño de cualquier hombre: poseer a la madre y a la puta. Al cabo de quince minutos de conversación, sus esperanzas se desvanecieron. «Ella» y yo ya no le prestábamos atención. Yo la encontraba muy guapa, muy franca, una perra abierta y fascinante.

«Ella» era artista y tenía talento. Le propuse venirse conmigo a Megève. Llegamos al día siguiente. Nos habíamos desprendido de nuestro amante de bolsillo.

Cherry Lane llevaba un año abierta; mi madre y yo vivíamos en un pisito encima de la discoteca. Abandoné ese lugar para ir a vivir a Montparnasse con «Ella», cuya dulzura me ayudó a soportar los últimos días de mamá.

Con «Ella», que me ha acompañado toda mi vida.