Mamá sigue encaramada a su taburete. ¿Por qué ordena una y otra vez ese armario? Es una mujer maniática, si, pero ¿tanto? Y esa turbación cuando la sorprendo… Muy bien, no quiere decirme nada, da igual, un día me dedicaré a hurgar…
La mocosa de diez años apoyó una escalerilla de mano en lo alto del armario. Sus cortos brazos no alcanzaban el paquete, que estaba envuelto en una vieja sábana blanca. Se agarró desesperadamente con las manos, y después se ayudó de los codos. Tenía que darse prisa, pues su madre podía regresar de un momento a otro. Pilló con los dedos un extremo del envoltorio y tiró con todas sus fuerzas, arrastrando así la sábana y su contenido. Estrépito infernal sobre la alfombra roja: una cadena, látigos trenzados, unas esposas y unos grilletes de hierro. Esos objetos la abrumaron. Perdida, vivía su primer caos. Un ruido en la escalera la arrancó de su estado hipnótico. Por miedo a que la sorprendieran, envolvió rápidamente los objetos en la tela y, tras subir a la escalerilla, dejó el paquete sobre el armario. Cuando apareció su madre, todo estaba en orden.