A André Bercoff, que me convenció de que escribiera;
a Gilles Deletize, por Masoch, usted me aficionó a la filosofía;
a Beatrice Durupt;
a Philippe Guénin, a mis compañeros universitarios y a los profesores a cuyas clases asistí;
a Gabriel Matzneff, que me presentó a usted;
a todos los que no teméis al viento de la libertad.
En su nombre: la Libertad, ¡y a ti, Jean Ristat, porque eres su Amante! Vosotros habéis tenido el valor de dejarme escribir con mis palabras.
Gracias.