Agradecimientos

Ante todo quiero señalar que la instrucción de esta novela ha sido posible gracias a los desvelos de Sonsoles Cabal e Isabel Lobera y si algo no se ajusta a Derecho habrá sido por mi torpeza. Quiero agradecer también las pertinentes observaciones consecuencia de las lecturas de Ángeles Martín, Mercedes Casanovas y Ana Rosa Semprún, a la que debo también una sugerencia previa que resultó ser decisiva.

Sólo me queda advertir que las citas que abren y cierran esta historia proceden, respectivamente, de las traducciones de Ricardo Baeza y Leonor Martínez.